viernes, 23 de octubre de 2020

La moción de la vergüenza

En los cuarenta años que España lleva viviendo en el sistema constitucional del 78 han existido cinco mociones de censura. La primera la presentada hace justo cuarenta años, cuando en 1980 Felipe González censuró al ya moribundo gobierno de Adolfo Suárez y presentó su programa de gobierno. La segunda en 1987, cuando el recién nombrado presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández-Mancha se quiso dar a conocer ante los españoles y presentó una moción contra el gobierno del PSOE, con Felipe González ya en el gobierno. El resultado fue un desastre absoluto para el candidato a la presidencia y un triunfo redondo para los socialistas. No sería ya hasta 2017 cuando el ahora vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias presentó su propia moción de censura contra el gobierno popular de Mariano Rajoy. Un debate que se caracterizó por el boom mediático que dicha moción acarreó y que supuso una derrota para el líder podemita frente a un Rajoy cada vez más debilitado por los casos de corrupción del partido. La cuarta fue al año siguiente cuando tras la famosa sentencia sobre el caso Gürtel, Pedro Sánchez presentó su propia moción contra un arrinconado Rajoy que veía cómo sus días al frente del gobierno llegaban a su fin. Dicha moción fue, para desgracia de España, la única que triunfó desde entonces. Y siempre he dicho y he mantenido que dicha moción no triunfó por arte de magia, sino por un acuerdo entre PP y PSOE para turnarse en el poder ante un Albert Rivera que se veía ya entrando triunfante en la Moncloa a tenor de los grandes resultados que las encuestas le daban a la formación naranja. 

La quinta y última moción de censura es la que hemos vivido los españoles tanto en la jornada de hoy como en la de ayer. Una moción de censura registrada por VOX contra el gobierno criminal de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Decía ayer el candidato a la presidencia, en este caso Santiago Abascal, que nunca una moción de censura había estado tan justificada como esta última, y no le falta razón. La situación en España es cuanto menos igual de delicada que la que se vivía en nuestro país en los años 30. El gobierno de Sánchez ha perdido por completo el control (Si es que alguna vez lo tuvo) de la gestión del coronavirus. La intervención por la fuerza del gobierno de España en la Comunidad de Madrid para aplicar el estado de alarma y la posibilidad de que el ejecutivo anuncie el toque de queda en España ante la segunda ola de la pandemia es señal de que estamos cayendo ya por el precipicio al que nos han llevado estos miserables a lo largo de todo este tiempo. La apropiación del gobierno y de la izquierda española del sistema judicial a través de la sectaria y totalitaria reforma del CGPJ da muestras de que estamos ante un proceso de toma de control en todas las instituciones por parte del gobierno, lo cual nos conduce a un escenario predictatorial. Las negociaciones y acuerdos alcanzados en secreto entre el gobierno y las fuerzas independentistas catalanas y terroristas vascas para aprobar los PGE de 2021 es otro indicador más de por dónde van los tiros en el palacio de la Moncloa. Todo ello mientras España vive un escenario de tensión política y social como no se había visto desde la II República. Un escenario del cual el gobierno es el principal responsable y vertebrador, lo cual, unido a otros factores hacen más que justificable la moción de censura que hemos visto en estas cuarenta y ocho horas los españoles.

Una moción de censura que por mi parte se puede catalogar con una simple palabra: Vergonzosa. Y no lo digo por los promotores, los cuales han cumplido su papel de presentar una alternativa de gobierno en estos difíciles momentos que sufre la sociedad española, sino por la parte que corresponde al resto de formaciones políticas con representación en el congreso de los diputados. De 350 diputados solo han votado a favor de la moción de censura los 52 diputados de la formación de VOX, mientras que los otros 298 restantes han votado en contra de la propuesta que hubiese llevado al cese del gobierno del Frente Popular 2.0 y a la designación de Santiago Abascal como nuevo presidente del gobierno. 

Y es que no hay que ser un experto en matemáticas (Yo no lo soy, todo lo contrario) para saber que los números no daban para que la moción presentada por VOX pudiese concluir con éxito. Aun así yo he defendido, y en entradas anteriores se puede comprobar cómo yo he exigido que la oposición presentase una moción de censura cuanto antes contra el peor gobierno que ha tenido España, no digo ya en 80 años, sino en toda su historia, me atrevería a decir. Insisto, ¿Daban los números? No, ya que el gobierno de PSOE-Podemos tiene mayoría junto con los terroristas vascos e independentistas catalanes para seguir en el poder. Pero éllo no era motivo suficiente como para que la oposición no cumpliese el deber que tenía frente a la ciudadanía a la hora de pararle los pies a un gobierno que está completamente al margen de la ley y que ha tomado la vía rápida para hacer caer a una España que comenzó a fragmentarse hace 16 años con los atentados del 11-M y la llegada contra todo pronóstico de José Luis Rodríguez Zapatero a la presidencia del gobierno. 

Pues bien, ante la postura tomada por parte de los diputados de VOX para detener esta locura ¿Cuál ha sido la reacción del resto de formaciones políticas? Increpar a dicho partido, arremeter contra sus dirigentes e insultar a los cerca de cuatro millones de ciudadanos que votaron en noviembre del año pasado a esta formación. Una reacción nada democrática que solo corrobora la situación insostenible que padece España en estos momentos. 

En el día de ayer, Santiago Abascal propuso su programa de gobierno y las razones por las cuales era urgente y necesario echar del gobierno a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Las replicas no tardaron en producirse y desde el gobierno hasta el grupo mixto se escucharon todo tipo de insultos y descalificaciones tanto para el candidato como para sus compañeros de partido. Un escenario vomitivo y despreciable que tuvo su culmen cuando los independentistas catalanes y vascos arremetieron contra el partido de Abascal. Los propios sujetos que asesinaron a cientos de españoles y dieron un golpe de estado contra el sistema constitucional se atrevieron a llamar "Fascistas" a los integrantes del partido de Abascal. Ante este escenario deplorable tuvo lugar el que en mi opinión ha sido el momento más emotivo de toda la moción de censura: El momento en el que Santiago Abascal pronunció uno por uno los nombres de las casi mil personas que ETA asesinó en su día. Un momento emotivo que se vio en parte enturbiado por el pasotismo tanto del Partido Popular, como de Ciudadanos y finalmente del PSOE, aunque de estos últimos no me sorprendió ni lo más mínimo su indiferencia.

A esto ha llegado España en este nefasto 2020. A presenciar cómo la clase política escupe con indiferencia sobre la tumba de las víctimas del terrorismo mientras cogobiernan la nación con aquellos que apretaban el gatillo. Esta es la España que gobierna Pedro Sánchez. Un Pedro Sánchez que tanto ayer como hoy estaba exultante, ya que veía cómo todos los partidos, incluido el Partido Popular se echaban como perros de presa ante Abascal ante la actitud cínica y chulesca del presidente del gobierno, el cual sabe perfectamente que tiene el camino despejado como mínimo hasta el año 2022. Sánchez sabe que la derecha está troceada y dividida completamente y que ésto es lo que provocará a su vez que la izquierda se mantenga durante muchos años más en el consejo de ministros. Ignoro cuál podrá ser el futuro de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias. Puede que continúen muchos años más liderando el gobierno, o puede que mañana mismo se produzca un vuelco que provoque la salida de ambos del ejecutivo. En estos tiempos que corren todo es improvisación e inseguridad. Pero de lo que no hay duda alguna es que con Sánchez o sin Sánchez, con Iglesias o sin Iglesias, la izquierda tiene por delante muchos años para seguir llevando a cabo su plan, que no es otro que el de la destrucción completa de España. 

Pero si ya habíamos visto suficiente ante la actitud chulesca tanto del presidente del gobierno, como de los portavoces de ERC o Bildu, el remate a este vergonzoso debate ha tenido lugar hoy, cuando el presidente del PP y líder de la oposición (O eso dice ser él), Pablo Casado, ha arremetido como nadie contra el presidente de VOX tanto en su faceta política como personal, negándole a su vez el voto de los diputados del PP para la moción de censura. Un Pablo Casado que ha enseñado hoy sus garras como nunca antes se le había visto. Ni siquiera con el presidente del gobierno que está destrozando España y que es el principal responsable indirecto de las más de 50.000 muertes que ha provocado el coronavirus ha sido Casado tan violento ni tan duro en sus ataques. Un Pablo Casado que es probable que hoy haya firmado su sentencia política al sumar los votos de su partido con los del PSOE, Bildu y el resto de formaciones independentistas. Una suma de partidos que ayer firmaron un manifiesto "En favor de la democracia y contra VOX". En resumen, todo un manifiesto político firmado por el Frente Popular del siglo XXI. 

Volviendo a Casado debo decir que no es consciente de la gravedad que hoy ha realizado, o quizás sí sea consciente pero le importe entre poco y nada, ya que como se ha visto en el debate, lo único que le importa es en mostrarse como el cortesano más fiel a la corona española. Un papel que, dicho sea de paso, se ha medido con Abascal para ver quién de los dos es más monárquico que nadie. Debo decir que en este sentido, este absurdo debate ha sido lo único de lo que ha pecado VOX en su cara a cara con Casado. Un Pablo Casado que ha rechazado dirigirse por el camino de la abstención y salvar los muebles del Partido Popular para así evitar la lluvia de críticas y bajas de afiliados que se están produciendo en estos momentos. Hubiese sido mejor para él y para su partido optar por el camino que estratégicamente optó Pedro Sánchez en 2017 cuando se produjo la moción de censura de Podemos contra Mariano Rajoy al optar el entonces secretario general del PSOE por la vía de la abstención. 

En definitiva, esta moción de censura solo ha servido para fortalecer al Frente Popular, pero no por los motivos que ha esgrimido Casado, sino por el hecho de que él no ha querido no ya apoyar sino siquiera abstenerse en la votación de hoy. Una votación que le sitúa en el bando de Sánchez y compañía. La derrota era segura, pero el PP tenía la responsabilidad moral y política o bien de apoyar la moción de censura o en su defecto abstenerse. Ha optado por la peor de las opciones y esto y nada más es lo que ha reforzado a Pedro Sánchez. Un Sánchez que para más cinismo le ha ofrecido a Casado a última hora del debate aparcar la reforma del CGPJ que en Europa ya se estaba viendo con malos ojos y colaborar juntos en la elaboración de una nueva reforma. Hay que decir que todo esto sucedió mientras Casado asentaba con la cabeza como niño feliz al que le regalan un caramelo. Por fin se veía la luz. El bipartidismo vuelve a tomar el control del poder judicial, aunque esta vez haya que darle un aperitivo a Podemos en este nuevo reparto. Ese era el regalo que Sánchez le ha ofrecido a Casado por el hecho de reforzarlo políticamente al votar no a la moción de censura. 

VOX y Santiago Abascal han llevado a cabo lo que tenían que haber hecho: Presentar una moción que pusiese fin a este gobierno criminal, asesino y totalitario, aun sabiendo que dicha moción no tenía posibilidades de ganar. Con esta moción pierde parlamentariamente pero gana moralmente VOX. Con esta moción gana políticamente Sánchez y su Frente Popular. Con esta moción pierde Casado y el PP. Y con esta moción pierde definitivamente España y los españoles. VOX ha cumplido con su deber, que era el de hacer frente a este gobierno tiránico y déspota, pero los números están ahí y con las matemáticas no hay quien pueda. Y con los números también se ha retratado la posición de cada partido. Tanto los que componen el Frente Popular, que no buscan otro objetivo que el de destruir España, como el del Partido Popular, cuyo propósito no lo conoce ni el propio Casado. VOX también se ha retratado, y se ha retratado como el único partido capaz de plantarle cara al PSOE y Podemos frente a un PP que tras el 11-M supo cuál debía ser su postura, que no era otra que la de ejercer de derecha sumisa frente al plan de destrucción orquestado por el PSOE desde 2004. Con el resultado de la votación de hoy se corrobora que ese plan está más vivo que nunca. Un plan que sigue ejecutándose de forma consecutiva desde hace dieciseis años y que hoy ha vuelto a triunfar. Con esta moción pierde España y todos nosotros. 

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