No sé si será porque estoy viviendo uno de los años más difíciles de mi vida, o porque ello me ha llevado a replantearme muchas cosas de mi vida a lo largo de estos meses. No sé si será por la situación que estamos viviendo a nivel mundial, o por el alto grado de decadencia al que estamos llegando. Quizás sea porque de las muchas cuestiones que me he estado replanteando en este año haya sido entre otras cosas mi propia fe y mis creencias. Quizás sea porque uno está viviendo eso que algunos llaman "Crisis existencial". Quizás sea por eso, o quizás sea por todo a la vez. El hecho es que desde hace algunos meses llevo planteándome el papel que Dios juega en nuestras vidas y en nuestro mundo a día de hoy. En un mundo en el que de siete días que tiene la semana, dos ríes y cinco lloras.
Muchos días, pero sobre todo noches, llorando a lágrima viva y acordándome mientras de aquella frase que jamás debí pronunciar en su momento y en la que pedí encarecidamente a Dios que ciertas personas "Llorarán lágrimas de sangre", se me viene al pensamiento que parece que Él decidió que esas lágrimas las vertiese yo a través de todos estos años, bien por cuestiones sentimentales, existenciales, familiares, personales, etc. El hecho es que tras reflexionar sobre ello muchas veces he llegado a la conclusión de que quizás nuestras esperanzas están depositadas en un Ente o Ser que quizás haya olvidado lo que en su día fue la creación del individuo al que Él dio vida.
La otra tarde, cuando veía a través de la televisión la salida del Gran Poder hacia la plaza de San Lorenzo con motivo del 400 aniversario de su hechura, veía la imagen del Aquél que todos conocemos como "El Señor de Sevilla" y me preguntaba interiormente a la vez que le preguntaba a él: ¿Por qué?. ¿Por qué todo ésto?, ¿Por qué ensañarte tanto conmigo? Seguramente nunca llegue a saber la respuesta, pero siempre se dice que Dios nos pone a prueba constantemente. Quizás no tenga tanto que ver Dios como la mala suerte que a uno le puede acarrear la vida en determinados momentos, aunque en algunos esa mala suerte se nos aparezca de forma más reiterada y constante que a otros. El hecho es que después de todo lo vivido por mí en este año y por todo lo que está ocurriendo a nivel mundial, uno se pregunta ¿Existe Dios?, y de ser afirmativa la respuesta ¿Por qué permite todo esto?
A lo largo de este año he llegado a plantearme muchas veces la posibilidad de que de ser cierta la existencia de Dios, para Éste no le sea tan primordial el bienestar o el futuro del ser humano. Un ser humano que cada vez está más alejado de Dios mientras que Él también se encuentra cada día más lejos de la raza que un día creó. Puede ser que simplemente hayamos dejado de ser primordiales para Dios, o que Él haya llegado al convencimiento de que la especie humana no tiene solución posible y que solo mediante su propia autodestrucción es como mejor se puede dar por extinguida la idea que Él tuvo en su día de poblar esta tierra por medio de una raza como la nuestra.
¿Por qué permite Dios esta pandemia que lleva provocada cientos de miles de muertes y que es la excusa perfecta de algunos para controlar y cohibir al ser humano? ¿Acaso Dios no puede interceder y poner fin a todo esto?, ¿Acaso a Dios no le importa lo que su creación sufre en estos momentos tan terribles para el mundo? Puede ser que la respuesta a todas estas preguntas sea que Dios haya dado la espalda al ser humano y espere a ver cómo nosotros mismos reescribimos el Apocalipsis de San Juan pero sin su intercesión divina. Ya se sabe que Dios escribe recto con los renglones torcidos, y que sus caminos son misteriosos, pero ¿Acaso no habrá algún motivo más profundo que responda al distanciamiento de Dios con los hombres y a la inversa?
No hay duda de que estamos viviendo los momentos claves de la decadencia humana, y por ende estamos en la antesala de nuestra extinción. La pregunta es ¿Dónde está Dios? Lo mismo que Él intervino en la destrucción de Sodoma y Gomorra por el declive moral y la corrupción de sus habitantes, ¿Por qué no lo hace en estos momentos en el que la humanidad se encuentra en las puertas de su descomposición? Los creyentes más conservadores dirán "Dios ya viene. Éstas son las señales que nos demuestran que su llegada está cerca". A lo cual yo me pregunto ¿Acaso sabe el ser humano cuando Dios tiene pensado venir a la tierra?
Llevamos desde la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo hace 2020 años afirmando que el fin se acerca. Un fin que parece que se hace de esperar, puesto que cada determinado tiempo hemos sacado una historia que parece ser la definitiva a la hora de descifrar la llegada del fin del mundo. ¿Qué ha ocurrido en todas ellas? Nada. La vida sigue su curso y el ser humano busca a la vez una nueva historia, excitándose posteriormente cuando por fin encuentra esa nueva profecía que revela una nueva fecha para su desaparición.
Quizás habría que plantearse directamente, ¿Y si no le importamos nada a Dios?, o incluso ¿Y si todo esto le resulta indiferente a Él? Ya lo dijo Isaías: "Mis caminos no son vuestros caminos, dice el Señor". Debemos dejar de pensar que en un universo en el que cada vez sabemos más y a la vez entendemos menos somos los únicos seres a los cuales Dios les dedica todo su tiempo. Rezamos y parece que nadie nos escucha. ¿Cuántas plegarias hemos realizado alguna vez en la vida por algo y no se nos ha concedido?, ¿Cuántas súplicas sin respuesta afirmativa por rogar a Dios para que ponga fin a un mal. Un mal que nunca cesa y al que se le suman sucesivamente otros más mientras uno va perdiendo la fe, la ilusión, la esperanza y las ganas de vivir a la vez que crecen las tragedias personales y familiares. Quizás haya que plantearse, como diría el gran José Luis Perales en su canción "Dime por qué te niegas a escuchar. Por qué nos has dejado solos".
Puede que, como ya he dicho en otras ocasiones, seamos un experimento, una civilización que sirve como prueba para alguien con el objetivo de saber hasta dónde puede llegar. O puede que solo seamos puro entretenimiento para algunos. Ya en la Antigua Grecia se tenía esa idea de los dioses del Olimpo a la hora de "Jugar" con los seres humanos. Una idea que con el Cristianismo cambió al otorgar a Dios el papel de Ente superior que ama incondicionalmente al ser humano: "Tanto amó Dios al mundo que le entrega a su único Hijo, para que quién crea en Él no perezca y alcance la vida eterna." San Juan lo describe bien en este Pasaje Evangélico en donde Jesús habla acerca de la bondad, misericordia, y amor infinito de Dios hacia el hombre.
Pero ¿Y si Dios ha cambiado su percepción hacia nosotros?, o mantiene una idea neutral sobre sus hijos terrenales. O simplemente no exista y por ello el mal penetra en nuestras vidas con el propósito de quedarse para siempre entre nosotros, ya sea en nuestra vida particular, ya sea en nuestra sociedad. Para mí, que como ya he dicho he reflexionado mucho sobre este asunto muchas veces mientras lloraba por las noches tras apenarme por las cosas que en mi vida he podido hacer y no las hice, o a la inversa, debo confesar que aún dentro de mí, a pesar de mi escepticismo en estos momentos, creo en Dios, y al igual que Alejandro Sanz creo que seguramente entiende de emoción y comprende los porqués que tantas personas nos hacemos todos los días cuando miramos al cielo y no obtenemos respuesta.
En la famosa película de "2012" se refleja una escena en la cual la profecía Maya confirma el fin del mundo para diciembre de ese año y recrea la destrucción del Vaticano, no sin antes mostrar una escena en la que se ve cómo la Capilla Sixtina y la Creación de Miguel Ángel se destruye rompiendo por la mitad el lugar exacto en donde se encuentran los dedos de Dios y de Adán, dando por hecho la ruptura del pacto entre Dios y el ser humano. Puede que ésa sea la realidad dura y fría que muchos se niegan a entender. Quizás Dios haya creado otra civilización más sumisa y más fiel a Él que la humana, dejando al ser humano a su suerte y con ello su propio final.
No hay duda de que estamos viviendo un año de grandes acontecimientos en todo el mundo. De hecho no son pocos los sucesos paranormales que se han visto a lo largo de este año por el mundo: Ovnis, bolas de fuego, luces extrañas en el cielo, etc. Hay quien vincula todos estos fenómenos a la llegada inminente de Jesucristo. Aún así cabe preguntarse, si la historia de la civilización humana está llena de episodios oscuros, ¿Por qué esa llegada no se ha producido ya? Quizás todo se resuma a una sola cosa. El ser humano está desamparado y siempre tendrá en su vida cuestiones por las que llorará cotidianamente, y la civilización humana seguirá progresivamente su decadencia hasta que llegue el día en que todo llegue a su fin. Un día del que según Cristo, ni Él, ni los Ángeles del cielo conocen el día y la hora, solo el Padre. Aquél al que nos aferramos todos y al que en los momentos de tristeza, desesperanza y malos momentos pedimos que nos libere del mal y confiamos que a pesar de transitar por el valle de las sombras, Él estará con nosotros.
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