Hace cerca de dos años, cuando cursaba Ciencias Políticas, mi por entonces profesor de Derecho Constitucional decía que a pesar de la corrupción y de la degeneración del sistema político en España, le tranquilizaba el hecho de que aun existiese en nuestro país independencia judicial, ya que eso garantizaba la existencia de un Estado de Derecho y la separación de poderes en nuestra nación. Hoy, cuando han transcurrido casi cuarenta y ocho horas de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés catalán, puedo confirmar que definitivamente, en España ha desaparecido el Estado de Derecho.
En estos momentos, cuando son las dos y media de la madrugada del 16 de octubre del 2019, Barcelona y el resto de Cataluña arden en llamas a estas horas de la noche. ¿El motivo? la publicación de esa misma sentencia que ha acabado definitivamente con el Estado de Derecho en España. Una sentencia que avergüenza a cualquier español y que supone una humillación histórica y sin precedentes hacia una nación con más de 500 años de historia y hacia los más de 40 millones de personas que la habitan. ¿En qué nación de la tierra se condena con penas de poco más de diez años a una docena de personas acusadas de perpetrar un golpe de estado contra un país entero?. ¿En qué nación del mundo se condena a una serie de personas acusadas de proclamar la independencia de una región de dicho estado bajo el delito de sedición y no por el de rebelión?. ¿En qué país de este sufrido planeta que Dios nos ha dado se condena a una serie de personas que se han rebelado contra la legalidad vigente y se les permite a éstos acogerse a beneficios penitenciarios en pocas semanas de la publicación de dicha sentencia? Todas estas preguntas que me formulo en estos instantes tienen una sola respuesta: España.
La sentencia dictada ayer por el Tribunal Supremo, la cual condenaba por sedición y no por rebelión, ya que el propio Tribunal considera que no hubo tal delito, a los golpistas Junqueras (13 años de prisión), Forcadell (11 años de prisión), Turull (12 años de prisión), Romeva (12 años de prisión), Forn (10 años de prisión), Rull (10 años de prisión), Bassa (12 años de prisión), Sánchez (9 años de prisión), y Cuixart (9 años de prisión) supone toda una derrota sin precedentes del sistema judicial español, el cual se ha rendido completamente a los pies del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, principal impulsor y verdadero artífice de esta vomitiva sentencia, la cual corrobora que en España el hecho de dar un golpe de estado sale más barato que el de matar o robar, que ya es decir. Solo en la sentencia del 23-F, los autores oficiales del golpe (Alfonso Armada, Jaime Milans del Bosch y Antonio Tejero) fueron condenados a 30 años de cárcel, aparte de su expulsión del Ejército y la Guardia Civil, mientras que en la famosa sentencia del caso Gürtel, Francisco Correa fue condenado a más de 50 años de prisión y Luis Bárcenas a más de 30 años de cárcel. La primera sentencia por un golpe de estado, la segunda por un caso de corrupción. Con una sentencia como la que hemos conocido ayer, ¿Quién no siente en estos momentos la tentación de dar un golpe de estado y saltarse la legalidad vigente sabiendo que va a salir indemne?
Cuando el pasado sábado 12, día de la Hispanidad, se conoció la filtración por la que se adelantaba que los detenidos iban a ser condenados por el delito de sedición y no por el de rebelión se supo por dónde iban a ir los tiros. Yo personalmente no le dí demasiada importancia a la filtración ya que pensaba, ingenuo de mí, que la sentencia finalmente pudiese ser otra bien diferente y que finalmente los detenidos sí serían condenados por el delito de rebelión. Finalmente no ha sido así y los golpistas han conseguido ser condenados con unos delitos y unas penas infinitamente inferiores a los hechos que perpetraron y que merecían cumplir. La Abogacía del Estado se ha salido así con la suya a la hora de lograr condenar a los rebeldes (Sí, digo rebeldes porque es lo que son, por mucho que el Tribunal Supremo dictamine lo contrario) solo por el delito de sedición. De esta forma ha ganado así el escenario deseado por el gobierno de Sánchez, el cual siempre ha querido una condena en la que el delito de rebelión quedase exento para los golpistas, lo cual supone otro favor y un nuevo guiño por parte del gobierno del PSOE a los independentistas con el fin de obtener el apoyo de éstos en una nueva investidura de Pedro Sánchez.
Pero aquí no queda la cosa. Según establece la sentencia, los condenados podrán solicitar el acceso al tercer grado incluso antes de que cumplan la mitad de la condena, rechazando así la petición de la Fiscalía, la cual era partidaria de negarle este privilegio a los independentistas. Así pues, a partir de enero del año que viene, la generalitat catalana podrá otorgarle todos cuantos beneficios penitenciarios quiera a los condenados (Hay que recordar que el gobierno catalán es quien tiene competencias en materia penitenciaria, ya que éstas fueron cedidas desde el estado hacia el entonces gobierno de Pujol). De esta forma todos salen ganando, ya que Sánchez se lava las manos a la hora de activar el botón rojo del indulto, a la vez que Torra asume la función de otorgar el tercer grado en unos meses y de esta forma llevar a efecto un indulto de facto hacia los condenados. Así Sánchez queda como un hombre de estado ante los suyos, mientras que Torra se convierte en el "Héroe que salva a los presos políticos de su sufrimiento en prisión". En resumen, nos encontramos ante una sentencia de una gravedad inmensa, ya que supone no una sentencia contra el independentismo catalán sino una sentencia de muerte para España, la cual contempla desde ayer cómo los condenados avisan desde la cárcel que "Lo harán de nuevo", lo que confirma la jactancia con la que los rebeldes se han tomado esta sentencia de mierda.
Dicho esto debo felicitar a Pedro Sánchez, el cual ha conseguido doblegar a España frente a una banda de golpistas al presionar ante el Tribunal Supremo la rebaja de la sentencia, interfiriendo con ello en el mayor proceso judicial vivido en España desde el 23-F. Gracias a él, los golpistas están en estos momentos más fuertes que nunca, y los españoles más débiles que nunca. Su traición merecería cuanto menos que en tres semanas los españoles le otorgasen la más horrenda de las derrotas electorales jamás sufridas. En lugar de ello, el 10-N saldrá reelegido y quién sabe si con mayor ventaja de la que ahora pronostican las encuestas. Ya lo dije hace unos meses y vuelvo a decirlo, a Sánchez le conviene que la situación vaya a peor, y si es con muertos encima de la mesa, mejor que mejor. Estamos ante un ser vil y sin escrúpulos, sediento de poder y de odio, el cual es capaz de todo con tal de seguir en el poder. Si en estos momentos en los cuales Cataluña está ardiendo como consecuencia de la respuesta independentista a la sentencia se llegase al escenario de encontrarnos con un solo muerto en las calles, Sánchez tendría la ocasión perfecta de coronarse como garante de la estabilidad y salvador de España, aplicando un 155 más duro que el que en su día aplicó Mariano Rajoy y tomando las riendas de la situación con el aval del PP y C's. De esta forma tendría asegurada su reelección duplicando sus escaños. Este es el verdadero escenario que desea Sánchez que ocurra. Un "Cuanto peor, mejor" es lo que desde el gobierno se espera para que el PSOE arrase en las urnas dentro de unos días. Un escenario que ya buscaron los socialistas cuando en 2004 aprovecharon el mayor atentado terrorista de la historia de España y de Europa para conseguir tres días después una de sus mayores victorias electorales con el gran y principal responsable de esta situación: José Luis Rodríguez Zapatero, ese gran maestro de la maldad y del rencor del cual se ha servido Sánchez para continuar su labor de una forma bastante notable. Gracias a esa maldad y a ese rencor, Sánchez ha perpetrado una de las mayores traiciones a España al dictar en la sombra esta sentencia, la cual avala el golpe de estado perpetrado por los independentistas hace justo dos años.
Ahora voy a la reacción que se está viviendo desde ayer por parte de los independentistas. Una reacción que dicho sea de paso, a mí me produce risa, ya que las condenas son tan absurdas que el mero hecho de que los radicales salgan a las calles a manifestarse en favor de sus líderes provoca una sensación entremezclada de risa, pena y vergüenza. ¿Por qué se manifiestan estos desgraciados?, ¿Por el hecho de que sus líderes han sido condenados de forma irrisoria por unos hechos que atentan contra la integridad territorial de España y la soberanía nacional?, ¿Por el hecho de que de aquí a un par de meses estarán ya en las calles maquinando la forma de dar un nuevo golpe de estado?, ¿Por qué se manifiestan los independentistas? Si alguien se tendría que estar manifestando de forma masiva y sin descanso después de esto es el pueblo español en su conjunto al ver cómo se pisotea su soberanía y se ultraja su honor. Nadie más que el pueblo español es quien legítimamente debe manifestarse, ya que somos nosotros los que verdaderamente hemos salido perdiendo con esta sentencia. Lo que hagan una serie de encapuchados, sedientos de odio y guiados por su caudillo golpista es lo de menos, ya que ellos iban a salir a la calle con independencia de cuál hubiese sido el resultado de la sentencia.
¿Qué creo que va a ocurrir a partir de ahora? Nada que no haya ocurrido ya. En estos momentos Cataluña está ardiendo literalmente y los independentistas controlan las calles, algo que ya ha ocurrido otras veces. No creo que vaya a ver más episodios de violencia después de esta noche y mañana. De hecho hay que decir que ayer los independentistas tomaron el aeropuerto de El Prat, cortaron las vías ferroviarias y las carreteras para posteriormente desconvocar dichas concentraciones, lo cual da una idea de la seriedad y la determinación que estos tipejos tienen a la hora de luchar por su independencia. No, señores. Si hubo un momento en el que verdaderamente pudo ocurrir una tragedia y se vivieron momentos de enorme tensión fue durante el mes de octubre del 2017. En aquel entonces sí pudo ocurrir cualquier desgracia y cualquier escenario estaba abierto. Si en aquel entonces que era cuando verdaderamente los catalanes tenían a mano la independencia, ¿Qué va a ocurrir ahora cuando la sentencia les ha sido más favorable de lo esperado al bloque separatista? la respuesta es sencilla: Nada. Reconozco que cuando aparecieron las noticias relacionadas sobre el material de explosivos incautado al CDR pensé y así lo dije en mi última entrada que la situación podía ser gravísima tras la sentencia. Hoy, visto el resultado de esa sentencia, no creo que ocurra nada que no haya ocurrido ya antes. Eso sí, no ocurrirá nada grave para desgracia del propio Pedro Sánchez, el cual espera como agua de mayo que la situación reviente en cualquier momento para tomar las medidas necesarias, como ya ha advertido esta noche.
Quizás me equivoque, no lo sé, pero visto lo ocurrido en estos años no creo que la situación vaya a más. Dentro de unos días la cosa volverá a su normalidad. Torra continuará en el gobierno catalán mientras recibe órdenes de Puigdemont para seguir perpetrando su segundo golpe de estado dentro de un tiempo. Un Puigdemont del que estoy plenamente convencido que no va a ser entregado a España, por mucho que Marchena haya activado de nuevo la euroorden para su detención. Veo a Puigdemont lo suficientemente tranquilo como para creer que vaya a ser entregado por las autoridades belgas a España, la cual ya se encuentra lo suficientemente dañada, hundida y humillada como para exigir a los países de nuestro entorno que nos devuelvan a este miserable. No, España ya no tiene fuerza ni peso para exigir nada, y menos tras esta impresentable sentencia, la cual ha sido un varapalo para todos aquellos españoles de bien que creíamos que finalmente se haría justicia aunque solo fuese por una vez. Una sentencia que se ha dictado bajo la presión del presidente Sánchez, el cual será sin lugar a dudas el más beneficiado de todo lo que ocurra, con independencia del resultado. Un Sánchez que ha sido el principal impulsor de esta sentencia, pero que a vista de la reacción tanto del PP como de C's demuestra una vez más que la postura de los tres partidos principales con respecto a Cataluña es la misma, lo cual demuestra que tanto los populares como los naranjitos-veletas aprueban y comparten igual que Sánchez esta sentencia, la cual reitero no ha condenado de muerte al separatismo sino a España. Los separatistas se ven ahora más seguros que nunca, ya que saben que ahora sí pueden ir a por su segundo y definitivo golpe de estado, sabiendo que poca o ninguna repercusión penal tendrán sus actos. Los españoles por nuestra parte, nos vemos una vez más desamparados y atónitos mientras vemos cómo tanto el sistema político como el judicial colaboran tanto de forma activa como pasiva en el proceso imparable de desintegración de nuestra nación.
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