El pasado domingo se cumplió un año de la llegada al poder de Pedro Sánchez. Un año en el que el secretario general del PSOE ha pasado de ser de forma imprevista presidente del gobierno, a consolidarse como tal doce meses después de su llegada a la Moncloa. Un periodo el de este año bastante propicio para Sánchez pero completamente nefasto para España, que vive en estos momentos el peor gobierno que ha dirigido sus destinos desde hace dos siglos.
No hace falta que vuelva a hacer un resumen de lo que han sido estos doce meses de desgobierno del PSOE, ya que creo que los españoles saben perfectamente, o quizás no, lo que ha supuesto este periodo de gobierno de Sánchez, al cual han recompensado hace poco más de un mes en las urnas con una victoria electoral que le permitirá desmantelar la nación española hasta el año 2023. Y es que los españoles, como buenos sadomasoquistas, han premiado la labor vomitiva que el actual presidente del gobierno ha llevado a cabo desde su llegada a la jefatura del gobierno en junio del año pasado: Pactos y concesiones con los independentistas, acercamiento de presos etarras, aumento desbordado del gasto público, etc.
Cuestiones de tal gravedad todas estas que en otro país europeo de nuestro entorno hubiese supuesto no ya una derrota estrepitosa en las elecciones generales de abril, sino la presentación de una moción de responsabilidad criminal para sentar al jefe del gobierno en el banquillo del Tribunal Supremo, además de una moción de censura que hubiese supuesto la convocatoria de unas elecciones anticipadas a través de un gobierno presidido por una persona ajena a la vida política tras la caída de Sánchez. No fue así y ahora nos encontramos ante un Sánchez que mañana acudirá a Zarzuela, donde el rey Felipe VI lo recibirá junto al resto de líderes políticos para posteriormente encomendarle la tarea de formar gobierno.
Nos encontramos pues ante un escenario que ni el propio Sánchez se había imaginado en sus sueños más húmedos antes de descabalgar a Mariano Rajoy en la moción de censura de junio del año pasado. Un escenario en el que aun habiendo obtenido unos resultados electorales humillantes, puede llegar a pactos de gobierno con el socio que más estime oportuno. Unos pactos que inclinarán la balanza de la legislatura que está a punto de comenzar y que supondrá todo un antes y un después para España. Si Sánchez pacta con Ciudadanos, el PSOE se verá obligado a emprender reformas socioliberales durante estos años. Unas reformas que podrían llevar emparejada incluso la reforma de la propia constitución, si así se lo exige Rivera a Sánchez dentro de unas semanas. Si por el contrario Sánchez decide pactar con Podemos, Iglesias le exigirá, al igual que Rivera, la vicepresidencia del gobierno y la mitad de carteras ministeriales del ejecutivo, además de unas reformas sociales y políticas que llevarán emparejada la concesión del referéndum independentista en Cataluña y la aceptación de la reforma del estatuto de Guernika, la cual ya apunta también a un derecho de autodeterminación del País Vasco.
Unos socios de gobierno tan poco fiables y deseosos para España como el propio gobierno y su presidente actual, el cual ha conducido a un empeoramiento de la situación nacional en este primer año de gobierno, hasta el punto de doblegar al estado ante la generalitat catalana, como se confirmó en las reuniones que tanto socialistas como independentistas mantuvieron en el pasado invierno y que dio como resultado la creación del famoso relator para iniciar unas conversaciones entre España y la comunidad autónoma catalana, con el fin de acabar con el "Conflicto", poniendo todas las posibilidades legales y no legales encima de la mesa, cometiendo el gobierno un delito de alta traición a España del cual ha salido indemne por parte del resto de formaciones políticas, y absuelto por la nación española en las pasadas elecciones generales.
Pero no todo ha sido traicionar a España en este primer año de gobierno. Aparte de aumentar de forma desproporcionada la llegada de inmigrantes y refugiados por la parte del Mediterraneo, y sobre todo por la parte del Estrecho gracias a su política de acogida que tan peligrosos y terribles resultados estamos sufriendo ya, nuestro querido presidente se ha pasado durante todo este tiempo ha autopromocionarse de forma descarada y narcisista en los medios de comunicación y ha utilizar las reuniones del consejo de ministros de los viernes como mítines partidistas en los cuales se aprobaban medidas populistas y demagogas cuyo contenido aumentaban a medida que se sucedían las reuniones semanales del ejecutivo en Moncloa.
Por no hablar de los impresentables y vergonzosos episodios que este sujeto ha llevado a cabo durante estos meses, como los viajes continuos y sufragados por el estado a bordo del Falcón y en otros medios de transporte aéreos (Entre ellos un viaje en helicóptero para la boda de su cuñado), así como el episodio de la pasada Fiesta Nacional, en el que el propio Sánchez y su mujer, Begoña, se ubicaron al lado de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz en el besamanos posterior al desfile del día de la Hispanidad. Todo un momento surrealista en el que se vio de forma clara los aires de grandeza y las ansias infinitas de poder de este peligroso sujeto y su señora, como se pudo comprobar en la cara de ambos cuando se les "Invitó" a abandonar el lugar. Para terminar habría que destacar también las famosas fotos de marketing cuan presidente de los EEUU, las secuencias rodadas en los jardines de la Moncloa poco después de su llegada, haciendo footing dentro del palacio presidencial y vacilando de su nueva posición política, así como las continuas referencias a sí mismo añadiendo en cada entrevista: "Soy el presidente del gobierno". Se ve que Sánchez no ha visto ni leído la escena en la que en Juego de Tronos, Tywin Lannister afirma "Si un hombre necesita decir 'Yo soy el rey' es que no es un auténtico rey". Pero las lecciones de política a Sánchez les da exactamente igual, ya que según su libro él es la personificación de la supervivencia y la resistencia política y humana. Una prueba más de su egolatría.
Una egolatría que de nada le ha servido a la hora de gestionar el país en este año, ya que tras doce meses de gobierno, Sánchez no ha conseguido aprobar sus primeros presupuestos generales del estado en febrero de este año, lo cual le valió para convocar muy a su pesar las elecciones generales. Resulta curioso cómo tras todo un año de desgobierno, los presupuestos que continúan vigentes en España son los que el año pasado aprobó el gobierno de Rajoy antes de su salida del poder y que tanto criticó Sánchez desde la oposición. Tras intentar con Iglesias aprobar sin éxito los presupuestos más desbordantes del gasto público, los independentistas le cerraron a Sánchez la oportunidad de aprobar sus primeros presupuestos, lo cual le ha valido para convocar unas elecciones que le ha situado en una posición infinitamente mejor que la que tenía hace unos meses. De forma irónica, toda situación que parece ir siempre en contra de Sánchez acaba volviéndose en su favor finalmente.
Tras este primer año de desgobierno de Pedro Sánchez entramos ahora en la que será la XIII legislatura, la cual podrá suponer todo un fracaso o un éxito para Sánchez según se presente el devenir de los acontecimientos. España está ahora en sus manos, por mucho que nos asuste tal escenario. Por ello, lo que tenga o no planeado hacer o deshacer Sánchez a partir de ahora y con quién lo hará sólo lo sabe él. Muchos somos los que creemos que esta legislatura será trascendental para lo que ocurra a partir de ahora con España. La unidad territorial del país está en juego, e incluso el sistema constitucional del 78 y la monarquía de los Borbones, aunque esto último me es completamente indiferente. En manos de Sánchez está ahora optar por un gobierno progre y globalista junto con Ciudadanos y apoyado por el establishment financiero tanto nacional como internacional, o por el contrario reanudar el gobierno ultraizquierdista del Frente Popular que hemos venido sufriendo en este primer año de su gobierno. Las cartas las tiene ahora Sánchez, y mucho me temo, viendo los precedentes, que pase lo que pase, aunque ello suponga llevarse a la nación por delante, él continuará en el poder ajeno a todo lo que ocurra a su alrededor.
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