jueves, 29 de septiembre de 2016

Crónica de una muerte anunciada



Ayer por la tarde se produjo el golpe definitivo contra el secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. 17 miembros de su ejecutiva presentaron su dimisión con el fin de provocar la caída fulminante del líder socialista para, acto seguido, nombrar una gestora que se hiciese cargo del partido hasta la celebración del próximo congreso federal del PSOE donde sería proclamada por unanimidad Susana Díaz como nueva secretaria general. Un golpe de estado interno en toda regla que llevaba días preparándose desde la calle San Vicente de Sevilla (Sede del PSOE andaluz) con el beneplácito de los ex secretarios generales Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, y Alfredo Pérez Rubalcaba, así como de los principales medios de comunicación nacionales y lo más destacado del establishment español. Hasta las siete y pico de la tarde todo funcionaba de maravilla, el golpe había sido un exitazo (Se llegó a incluir en la lista de bajas al fallecido Pedro Zerolo y a dos ex miembros de la ejecutiva socialista cesados por corrupción) y los minutos de Sánchez al frente del PSOE estaban contados. Hasta que aparece en escena el secretario de organización y mano derecha de Pedro Sánchez, César Luena, y confirma que la directiva socialista sigue siendo el legítimo órgano ejecutivo del partido aún después de la dimisión de la mitad de sus miembros. Luena afirma también que los planes que Sánchez adelantó el lunes de convocar primarias en octubre y posteriormente un congreso federal seguían adelante, y que la ejecutiva socialista seguiría en funciones aunque 17 de sus ya ex miembros le hubiesen echado un pulso sin precedentes con el objetivo de poner fin a la etapa Sánchez en el socialismo español. 

Pedro Sánchez, por lo tanto, ni dimite ni acaba doblegándose ante el intento de golpe perpetrado para destituirlo. Hoy ha anunciado su intención de celebrar el sábado un comité federal que a su vez convocará para el 23 de octubre las primarias en la que los militantes elegirán al próximo secretario general, y la posterior celebración de un congreso federal extraordinario para noviembre. Con esto Sánchez consigue ganar horas para mantener su liderazgo al frente del partido, lo cuál no quiere decir que lo tenga asegurado ni muchísimo menos. Por parte de los críticos, éstos no reconocen ya al madrileño como líder del partido y mantienen la presión extrema para que claudique ante ellos y ponga fin a su período como secretario general. En resumen, si el otro día hablé del 80 aniversario del estallido de la Guerra Civil en España, ayer estalló la guerra civil en el partido que fundó hace 138 años Pablo Iglesias. Una prueba de ello son las declaraciones de Verónica Pérez, secretaria general del PSOE de Sevilla y mano derecha de Susana Díaz, que afirmaba que debido al vacío de poder producido por las cascadas de dimisiones presentadas ayer, ella era la máxima autoridad en el partido en estos momentos. Autoridad que no ha sido correspondida por parte de los miembros de Ferraz, los cuáles han impedido la entrada de Pérez a la sede socialista en Madrid.

Personalmente tengo que añadir que esto que se está viviendo desde la tarde de ayer supone lo más bajo que he podido ver en mucho tiempo en la política española (Y que conste que el listón estaba ya bastante alto). Nos encontramos con la situación en la que un secretario general elegido por vía directa de los militantes del partido socialista obrero español, es intentado ser destituido fulminantemente por un golpe de estado interno en el que participan no ya la mitad de la ejecutiva nacional del partido y barones territoriales del mismo, sino también ex secretarios generales y ex presidentes del gobierno del partido, así como personas ajenas a la formación de izquierdas. Mi pregunta es la siguiente; ¿Por qué se intenta destituir a Pedro Sánchez?, ¿Por los malos resultados electorales obtenidos durante sus dos años al frente del PSOE?, ¿Por no haber seguido la hoja de ruta que le impusieron la vieja guardia del partido y Susana Díaz en 2014?, ¿Por no consentir la abstención de Mariano Rajoy como presidente del gobierno en la investidura de éste?, ¿Por querer pactar con Podemos para formar gobierno?, ¿Por todo a la vez?, ¿O por otras cuestiones ajenas al conocimiento general de la sociedad?. Si es por la primera cuestión; Sánchez es también responsable de que se hayan recuperado gobiernos tanto a nivel local como regional en las pasadas elecciones de mayo de 2015. Si es la segunda cuestión; Sánchez es el líder de un partido político que debe de llevar su propia hoja de ruta, independientemente de quién lo haya puesto ahí. Si es por la tercera cuestión; El líder del PSOE tiene motivos más que justificados de votar en contra de Rajoy en todas las investiduras que éste quiera presentarse, ya que está en juego la superviviencia del partido en sí. Si es la cuarta cuestión; Los rebeldes que han puesto el grito en el cielo por un posible pacto PSOE-Podemos han sido los mismos que el año pasado recuperaron los gobiernos autonómicos y locales gracias a un pacto con los de Pablo Iglesias. 

En mi opinión, esta operación va más allá de lo puramente partidista, y señala directamente a las instituciones más altas del estado con el fin de eliminar políticamente a Sánchez (Principal obstáculo para la permanencia de Rajoy en el poder) para evitar unas terceras elecciones en diciembre que muchos consideran que dejaría herido de muerte al Sistema político en España, y de paso para dejar que Mariano Rajoy continúe en su puesto como presidente del gobierno otros cuatro años más. Desde el primer momento siempre se ha dicho que la persona que debía dar un paso atrás y no ser un obstáculo en la formación de gobierno era Pedro Sánchez y no Mariano Rajoy, ¿Por qué?. No basta con afirmar que el actual presidente del gobierno ha sido la persona que ha ganado las dos últimas elecciones generales y por ello tiene más legitimidad que nadie en seguir gobernando. Rajoy perdió en diciembre más de 60 diputados con respecto a las elecciones generales de 2011, y recuperó 14 escaños en junio aunque esos resultados eran insuficientes para formar gobierno. Estos motivos nadie, o casi nadie los expuso sobre la mesa para plantear la caída política de Rajoy. Sí, por el contrario, se planteó desde el primer momento la salida inmediata de Sánchez al frente del PSOE, ya que éste había llevado al partido socialista a la ridícula cifra de 90 diputados frente a los 110 que cosechó Rubalcaba en noviembre de 2011, Después de las elecciones de junio donde los socialistas alcanzaron la vergonzante cifra de 85 diputados, todos los medios de comunicación pedían incesantemente la cabeza de Sánchez para acto seguido catapultar a Susana Díaz como nueva líder de la izquierda en España. No, el problema no radica en los resultados electorales. El problema radica en unos medios de comunicación que están al servicio de los gobiernos de turno (Hace siete años lo estaban con el gobierno de Zapatero y ahora lo están con el de Rajoy) y obedecen las órdenes que reciben desde presidencia del gobierno para presionar a aquellos que no consienten, y con toda la razón del mundo, la continuidad del presidente del PP en la presidencia del gobierno. Estos hechos, y no unas terceras elecciones generales como dicen algunos, son los que contribuyen a deteriorar aún más la calidad "democrática" de un país en el que no existe una verdadera libertad de prensa. Sólo hay que leer el editorial que desde el grupo PRISA, Cebrián ha escrito hoy en "El País", donde éste ha descalificado como nadie a Pedro Sánchez siguiendo la línea de Felipe González y la vieja guardia socialista, para darse cuenta de que la prensa española no se caracteriza precisamente por su imparcialidad y libertad.

Lo que queda claro con todo esto es que la continuidad de Mariano Rajoy en la presidencia del gobierno es ya un hecho incuestionable. Si Pedro Sánchez vence a los críticos y consigue imponerse durante unos meses más en su partido como secretario general, bastará con que el rey vuelva a llamar a consultas a los líderes políticos y le ofrezca a Rajoy de nuevo el encargo para formar gobierno y así acudir a una nueva sesión de investidura en la que los diputados socialistas andaluces pueden votar a favor o abstenerse por orden de Susana Díaz sin la aprobación de Sánchez, reavivando antes de tiempo la guerra civil en el partido. Si por el contrario son los críticos los que ganan este juego de tronos, ninguno estará en condiciones de exigir nada al PP, ni siquiera la cabeza de Rajoy. Sólo tendrán que aceptar sin más lo que hay y abstenerse para dar vía libre otros cuatro años más al de Pontevedra. Si por contra de lo expuesto anteriormente, Sánchez consigue imponerse provisionalmente y no hay una nueva sesión de investidura en octubre, bastará que en diciembre Rajoy saque un resultado mucho mejor que el de junio para que esta vez se organice un golpe de estado interno en el PSOE mucho mejor que el de ayer, donde Sánchez quedaría destituido definitivamente y los rebeldes apoyarían de una vez por todas a Rajoy como presidente del gobierno. Con esto se confirma que no sólo el PP seguirá en el gobierno todo el tiempo que quiera a falta de una verdadera alternativa de gobierno por parte del PSOE. Se confirma también que Mariano Rajoy podrá seguir en el gobierno de España todo el tiempo que desee. Si en 2020, e incluso en 2024, Rajoy decide postularse otra vez como presidente del gobierno, la falta de alternativa y puede que la desaparición por entonces del PSOE del panorama nacional, así como el voto del miedo del PP contra Podemos, hará que el gallego vuelva a ganar sin problemas las próximas elecciones generales. 

La estrategia del PP durante estos años para eliminar al PSOE como alternativa de gobierno dio ayer definitivamente sus frutos. Crear una alternativa de izquierdas extremista para dividir el voto de los socialistas, disminuyendo con ello los apoyos del PSOE mientras se intimidaba con la posibilidad de que los extremistas llegasen al gobierno. Con ello sólo había que esperar a contemplar como el partido que es alternativa de gobierno por el centro-izquierda se devora entre sí eliminando cualquier atisbo de posibilidad para echar al PP de la Moncloa. Una operación perpetrada desde presidencia del gobierno que muestra una vez más que no tenemos nada que envidiar a la "democracia" que pregona Nicolás Maduro en Venezuela. Un país en el que el partido del gobierno intenta eliminar cualquier posibilidad de alternativa democrática no es un país democrático. Y esto no es nuevo. Hace trece años un tal José Luis Rodríguez Zapatero hizo lo mismo en Cataluña al consentir que se firmase con las fuerzas nacionalistas e independentistas catalanas el famoso "Pacto del Tinell". Un pacto en el que se excluía al PP de cualquier posibilidad de llegar a un acuerdo en Cataluña. Como podemos ver, tanto el todavía presidente del gobierno, Mariano Rajoy, como el ex presidente del gobierno y partícipe de la conspiración golpista de ayer en su partido, José Luis Rodríguez Zapatero, se autocaracterizaban por ser personas moderadas y dialogantes mientras excluían cualquier posibilidad de alternativa y pacto alguno con el adversario político. Por cierto, me sorprende que los miembros que ayer consumaron su acto de traición contra Pedro Sánchez cuan Bruto y Casio contra Julio César en los Idus de Marzo, no actuasen de este modo y con el mismo impulso hace ahora diez años cuando Zapatero traicionaba a la nación española apoyando el estatuto de Cataluña y negociando con la banda terrorista ETA. Se ha querido culpabilizar a Sánchez de pactar con los independentistas cuando el propio Zapatero lo hizo en su momento e incluso participó activamente en el proceso que hoy ha conducido a Cataluña al borde de la secesión. Si hay algo que se puede decir a favor de Pedro Sánchez es que, en comparación con sus predecesores en el cargo, si tiene algo de principios éticos y morales. Factores de los que están exentos aquellos dos que desde el PSOE han contribuido y mucho en la deriva de España y de su partido; Me refiero, por supuesto, a Felipe González Márquez y a José Luis Rodríguez Zapatero. Es curioso, para una persona que tiene un mínimo de decencia y honradez en la política española, vienen los suyos e intentan matarlo políticamente. Se confirma con esto que en España sale más caro ser leal consigo mismo y con los tuyos que ser un traidor a tus ideales y a tu país. A la hora de escribir el título de este artículo he pensado en Pedro Sánchez, pero conforme he ido escribiéndolo he pensado que quizás el muerto no sea de manera inminente el todavía secretario general, sino tanto el propio partido que en teoría sigue liderando y que acaba de estallar en guerra civil, como el Sistema político que padecemos que ha vuelto a demostrar que es capaz de cualquier cosa cuando una persona se compromete a ser fiel a sus principios y se sale de la hoja de ruta. Sí, esta es la crónica de una muerte anunciada, pero a la vista de los acontecimientos que estamos viviendo en las últimas horas y del análisis que yo mismo saco de todo esto, podemos decir; ¿La muerte política de Pedro Sánchez?, ¿La del PSOE?, ¿La del Sistema?, ¿O la de los tres a la vez? Ahí dejo la respuesta.


martes, 27 de septiembre de 2016

80 años de la Guerra Civil; 80 años de Franquismo

Como todos sabemos, el 18 de julio de este año se conmemoró el octogésimo aniversario del estallido de la Guerra Civil en España. Por supuesto no me olvidé de dicha efeméride, e incluso estuve apunto de escribir algo sobre ello. Pero pensé que quizás era mejor escribir dentro de unos meses, es decir, ahora, cuando se cumplen ochenta años del nombramiento de Francisco Franco Bahamonde como jefe del estado español. Los motivos por los cuales escribo ahora son muy sencillos; el momento en el que Franco es proclamado Generalísimo de los ejércitos y Caudillo de España es el momento que supone un antes y un después en el transcurso de la guerra y en la historia de España del siglo XX. Por ello es más fácil escribir en estos momentos sobre dos acontecimientos que se fusionan en uno: El nombramiento de Franco como líder de la España sublevada a los tres meses de iniciarse una guerra civil que cambió para siempre el futuro de nuestro país.

Después de ochenta años del estallido de la guerra y de la proclamación de Franco, el recuerdo de dicho acontecimiento bélico sigue más presente que nunca en la memoria de los españoles de ambos bandos. Durante los casi cuarenta años que transcurren desde 1936 hasta 1975, el régimen franquista siempre fue explicito al señalar al bando nacional como el ganador de la guerra civil y su potestad clara y legítima para enterrar aquella España destruida por los "rojos, liberales, masones y comunistas" y transformarla en un país "grande y libre" que volviese a ser un ejemplo para todo el mundo recuperando la grandeza que había perdido siglos atrás. Sin dejar de ser malas aquellas intenciones, mientras el gobierno franquista emprendía aquella tarea, humillaba y vejaba a la media España que había perdido la guerra en abril de 1939. Millones de españoles sufrían durante la dictadura de Francisco Franco las consecuencias de haber participado en el bando republicano y/o de apoyarlo en su caso. Para el régimen vencedor no había más España que aquella que representaba los valores que compartían aquellos que habían derrocado a los republicanos, siendo éstos perseguidos, oprimidos, encarcelados y fusilados durante los cuarenta años de dictadura de aquél hombre que pasó a convertirse en un rey sin corona, regente de una España totalitaria la cuál dirigió como un cuartel durante sus cuatro décadas al frente del estado.

Pero por supuesto, para comprender la opresión de cuarenta años de dictadura tras una cruenta Guerra Civil que aún resuena en la mente y en los corazones de muchos, tenemos que remontarnos al 14 de abril de 1931, fecha en la que tras las elecciones municipales del 12 de abril, Alfonso XIII huye de España tras la proclamación de la II República con el único propósito de salvar su real pellejo y esperar al fracaso del nuevo sistema político para volver a ocupar el trono de España a medio plazo. La caída de la Monarquía representada por un personaje de la talla de Alfonso XIII (Al cuál considero el primer responsable de los futuros acontecimientos que se derivaron en nuestro país a lo largo del siglo XX) fue el primer paso para la instauración de un nuevo sistema, que lejos de ser un régimen democrático, acabo siendo el comienzo de un período que dejaría al descubierto el odio recíproco por parte de la derecha y la izquierda y las ansias de ambos por derrocar al adversario político y a todo aquél que defendiese las ideas que éstos representaban. Al comienzo de la II República y con la izquierda recién llegada al gobierno, había pues que ajustar cuentas pendientes con aquella parte de la sociedad que muchos consideraba culpable de los males de España hasta entonces. Buena prueba de ello fueron las sucesivas reformas que afectaban a sectores tan conservadores como el ejército o la Iglesia. También la idea de "descentralizar" el estado en favor de una nueva España más "integradora" era vista por muchos como la ruptura definitiva con esa España que mantenía inquebrantable su unidad política y territorial. Si a las reformas radicales emprendidas por parte de los sucesivos gobiernos republicanos, y la idea por parte de ciertos sectores de la izquierda de "sovietizar" España le sumamos el escepticismo y el recelo por parte de varios sectores de la derecha hacia la República, se podía deducir que el futuro de este nuevo sistema no iba a acabar con buen pie.

El año 1936 supone el culmen definitivo de la paciencia de muchos. Tras los gravísimos sucesos en octubre de 1934, donde se produce la proclamación fallida del estado catalán por parte del entonces presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y la revolución fallida de la izquierda en Asturias para proclamar un estado socialista en España, se celebran las elecciones generales en febrero de 1936. En ellas se produce la victoria electoral por parte del Frente Nacional (Que representaba a los partidos de izquierdas, republicanos, socialistas y comunistas) frente a la CEDA de José María Gil Robles (Partido compuesto por los derechistas, conservadores, monárquicos y liberales). Con esta victoria de la izquierda se produce de manera fulminante la destitución del conservador y hasta entonces presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, por el izquierdista radical, Manuel Azaña. A partir de este momento se produce un incremento bastante elevado de la violencia política, el cuál tendrá su momento de culminación con los asesinatos del teniente y militante del PSOE, José del Castillo, por parte de un grupo de ultraderechistas, y del ex ministro de Hacienda y diputado conservador, José Calvo Sotelo, por parte de un grupo formado por guardias de asalto y militantes socialistas. Con estos dos asesinatos se activa el golpe de estado militar que el ejército ya venía preparando desde hacía meses, y que se produce finalmente el 18 de julio de 1936, el cuál fracasa, provocando de manera inmediata el estallido de la Guerra Civil en España. Una vez empezada la Guerra, las sospechosas muertes de José Sanjurjo (Que en un principio iba a encabezar el golpe), y de Emilio Mola en 1937, conducen al liderazgo de la sublevación al general que en un principio siempre se mostró desconfiado a participar en el golpe y que hasta última hora no decidió unirse a el. Ese general fue Francisco Franco Bahamonde, que por ironías del destino o por factores humanos bastantes discutibles, lo convirtieron en el cabeza del Bando Nacional durante la guerra y posteriormente en el jefe del estado español desde octubre de 1936 hasta su muerte en noviembre de 1975.

Han transcurrido ochenta años de estos sucesos, y después de tantos años hay una parte considerable de la sociedad española de ambos bandos, pero sobre todo del bando republicano, que ni ha olvidado ni perdonado lo ocurrido en nuestro país hace casi un siglo. La ley de Memoria Histórica aprobada por el gobierno de Zapatero en 2007 reabrió muchas heridas que en muchos casos aún no estaban cicatrizadas. El empeño de una parte de la izquierda española en reabrir la Guerra Civil y reescribir la historia de forma que se borre de ella cualquier relación con victoria del Bando Nacional en abril de 1939 y la posterior dictadura de Franco hace de nuestro país un lugar en el que el bando perdedor no ha asumido aún la derrota en la Guerra y por consiguiente no ha asumido la historia reciente de España. Con este panorama de reavivación del odio por parte de ambas partes y vista la situación política, territorial, social y económica actual que en muchos casos nos recuerda a lo vivido durante la II República me surge la siguiente pregunta; ¿Es posible una nueva Guerra Civil en esta España que todavía guarda rencillas de la anterior? Hay un refrán que afirma "El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla". Hay algo peor que olvidar la historia; reescribirla, y aún no hay refrán que diga lo que le depara al pueblo que, como nosotros, está en esa situación. Sólo el tiempo tiene la respuesta y no creo que tarde mucho en decírnosla.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Cuenta atrás para no se sabe qué

Hace justo medio año rotulé el artículo que escribí el mismo día de la investidura fallida de Pedro Sánchez con el título "Cuenta atrás para el 26-J". Hoy, horas después de la investidura fallida de Mariano Rajoy, comienza la cuenta atrás para no se sabe exactamente qué. Tras la sesión de hoy que por un lado se puede catalogar como de histórica, ya que es la primera vez en la historia de España que el actual presidente del gobierno y candidato a la reelección tras haber ganado unas elecciones generales no obtiene la confianza ni mayoritaria ni relativa del congreso de los diputados, no sabemos muy bien cuál va a ser el desenlace de esta película que llevamos presenciando en vivo y en directo los españoles desde hace casi un año. Desde hace unas horas se habla de un nuevo intento por parte de Pedro Sánchez para intentar formar gobierno con Podemos y sus confluencias, así como con Ciudadanos o los nacionalistas. Por otro lado se habla de la posibilidad de que el rey no proponga a nadie por el momento, y que sean los políticos los que se pongan de acuerdo. Se habla también de la posibilidad de tener prácticamente encima la tercera convocatoria electoral que todavía no se sabe cuándo se celebrará (algunos hablan del 25 de diciembre y otros del 18 de diciembre). Y se habla de la posibilidad de que Mariano Rajoy vuelva a intentar la investidura para después de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. En resumen; nadie sabe exactamente qué va a suceder a partir de ahora. Tras la investidura fallida de Sánchez se daba por hecho la inminente convocatoria electoral del 26 de junio, pero tras esta investidura fallida de Rajoy, el futuro inminente de España no está para nada claro.

Personalmente creo que no va a haber otras elecciones generales en diciembre. Los motivos son muy sencillos: Las elecciones vascas y gallegas serán determinantes para el futuro apoyo de los nacionalistas vascos a Rajoy en una futura sesión de investidura aunque éstos ahora lo nieguen. Por otro lado no existe una alternativa real al actual presidente del gobierno, ya que Sánchez se resiste de momento a dar un paso al frente mientras que el PP tiene blindada la candidatura de Rajoy aún con el rechazo que desde Génova saben que despierta el actual líder conservador. También la insistencia enfermiza del gallego en mantenerse como única solución posible para el desbloqueo nacional hacen que cualquier vía para la vuelta a la normalidad democrática pase por investirlo a él y sólo a él como presidente del gobierno nuevamente. Las presiones e incluso amenazas con la que el actual gobierno en funciones está llevando la situación hace impensable que España entre en el año 2017 con el mismo ejecutivo después de celebrar unas terceras elecciones en diciembre. Por cierto, presiones y amenazas que hacen de este país cualquier cosa menos un sistema democrático. Es inimaginable que la actuación del gobierno del PP se aplicase a otro país de la Unión Europea. No me imagino a Angela Merkel, a Francois Hollande, a Matteo Renzi, o a Theresa May amenazando a los pensionistas o a los funcionarios con sus prestaciones y/o sueldos si no hay gobierno de manera inminente. Como tampoco veo a ninguno de estos líderes chantajeando a la sociedad con elecciones generales el mismo día de Navidad si el principal partido de la oposición no ofrece sin rechistar su abstención para la formación de gobierno. Por no hablar de la presión constante que el PP ejerce a través de los medios de comunicación para que el nuevo gobierno se ponga ya en marcha. Con actuaciones como estas ríase usted de lo que pase en Venezuela.

Con el resultado de esta tarde ha quedado más que demostrado que Mariano Rajoy es un cadáver político que se resiste a ser enterrado. Mañana sábado hay convocada una junta directiva en la sede del PP en Génova con el único propósito de respaldar al fracasado candidato y dar la imagen ante la ciudadanía de que Rajoy es y será el único candidato por el PP para presidir el gobierno. Con esto se lanza también una advertencia tanto al PSOE como a Ciudadanos cuando hablan de la posibilidad de que los populares propongan a otro candidato a la presidencia tras una renuncia previa de Rajoy. Por supuesto todos los partidos políticos son soberanos de tomar las decisiones que tomen oportunas, pero si yo fuese algún miembro de la junta directiva del PP me cuidaría mucho de apoyar indiscutiblemente a Mariano como candidato. El PSOE (Partido que aún con sus fallos, tiene más democracia interna que el PP) sigue pagando muy caro cinco años después las consecuencias de no haber retirado a tiempo a Zapatero cuando éste llevaba a España hacia la ruina económica y social. El PP ahora no quiere saber nada de la sucesión del pontevedrés, pero que pongan sus barbas a remojar cuando están viendo las del vecino cortar, porque los líderes se van pero los partidos siguen, y esto es algo que los señores del PP se resisten a creer.

Por mi parte sigo creyendo que Rajoy conseguirá la investidura después de las elecciones vascas y gallegas con el apoyo de Ciudadanos y de los nacionalistas. Otra cosa será lo que pueda durar ese gobierno. Quizás por este motivo sea por lo que el propio Rajoy tenga más interés que nadie en una repetición electoral en Navidad, ya que dichos comicios le darían unos resultados mucho mejores que los de junio y le permitirían gobernar con total tranquilidad. Aunque yo creo que un nuevo escenario electoral es inviable, tampoco hay que descartar para nada esta posibilidad, y más estando de por medio nuestro querido Mariano. Con un desenlace así nadie podrá echar al actual presidente de la Moncloa hasta que éste no terminase su mandato allá por 2020/2021 independientemente de lo que ocurra en el transcurso de esos cuatro años. Aunque lo ocurrido hoy sería motivo más que suficiente para que Rajoy diese un paso atrás y regresase a Galicia, su historial nos demuestra que hasta que no consiga jurar de nuevo su cargo ante el rey no descansará. Y hablando del rey tengo que añadir algo que creo que Felipe VI debería de hacer para cubrirse las espaldas en estos momentos de incertidumbre (Y lo dice uno que es republicano y antimonárquico). Por su bien debería de o bien llamar nuevamente a Pedro Sánchez para formar gobierno, o por el contrario no nombrar a nadie como candidato hasta que Rajoy tenga asegurados los apoyos necesarios para una nueva investidura. Si el rey decide nombrar de nuevo al presidente del PP como candidato sin tener éste los apoyos suficientes y arriesgarse a que dé un paso atrás posteriormente estará llevando a la corona nuevamente a otra crisis constitucional en la que se pondrá en cuestión y con toda la razón del mundo el papel de la monarquía y del resto de las instituciones políticas en el actual sistema parlamentario.

Volviendo al hipotético escenario electoral. Aunque insisto en mi escepticismo con respecto a este caso, adelanto desde ya que de confirmarse, mi voto iría nuevamente para Pedro Sánchez. Creo que es el único que por contra de lo que publican los medios de comunicación, ha llevado hasta ahora un papel digno de admiración. Se ha enfrentado contra los pesos más pesados del PSOE así como del sistema financiero español cuando éstos le han exigido la abstención de los socialistas en la investidura de hoy. Sánchez ha hecho caso omiso y ha anunciado sin césar que su abstención iría contra los principios de su partido y contra la opinión mayoritaria de sus votantes. Aunque nunca será presidente del gobierno y no comparto muchas de sus ideas reitero que este hombre se lleva mi admiración ante la campaña de acoso y derribo que desde todos los sectores del sistema se ha llevado a cabo contra él debido a su negativa rotunda a una abstención que supondría sin lugar a dudas la pieza del puzzle definitiva para la caída del PSOE en España en favor del Podemos. Escenario que sin duda sería el favorito de los conservadores, ya que con la desaparición del único partido de centro-izquierda en nuestro país en favor de otro más radical, los populares tendrían la excusa perfecta para utilizar el voto del miedo en beneficio propio partidista.

Insisto en lo que ya he expuesto aquí y vengo exponiendo desde diciembre; Rajoy conseguirá su objetivo de seguir al frente del gobierno aunque esto suponga llevarse por delante a la corona y al sistema político actual. Los motivos por los que el actual presidente del gobierno en funciones desea fervientemente seguir en el ejecutivo los ignoro, aunque me hago una idea de por dónde pueden ir los tiros. El PP tiene a partir de octubre una serie de juicios a los que enfrentarse debido a sus interminables casos de corrupción, y aquí el aforamiento de Mariano Rajoy como presidente aunque sea en funciones puede serle de gran ayuda si llegase el caso de ser llamado a declarar a juicio ya bien sea en calidad de testigo o de imputado. El tiempo de este hombre ya pasó y lo sucedido hoy en el congreso lo corrobora. Podrá ser investido de nuevo como presidente pero a menos que vayamos de nuevo a las urnas en Navidad y consiga un resultado cercano a la mayoría absoluta, su presencia en el gobierno puede tener los días contados. Aún así no sé qué va a ocurrir, pero sí sé que nos encaminamos hacia una dirección hasta ahora desconocida que puede llevarnos a un escenario peor. Quizás la única solución a todo esto fuese que los cuatro líderes de los principales partidos den un paso atrás, pero en esta España donde un ex ministro del gobierno acusado de estar implicado en los "Papeles de Panamá" es fichado por el actual gobierno para el Banco Mundial minutos después de acabar la fallida sesión de investidura de hoy, confirma que en un país donde los políticos toman a los ciudadanos como gilipollas integrales, la peor situación imaginable es la más probable en este vergonzante juego de tronos nacional.