sábado, 19 de abril de 2014

Sentimientos y nostalgias

A los 4 años aproximadamente de mi vida, empecé a descubrir lo que era la Semana Santa y todo lo concerniente a ella, desde entonces, mi vida siempre ha estado unida a esta semana que dentro de unas horas pondrá punto y final, un año más, a la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. A los 5 años, me hice hermano de la cofradía de La Sed, al año siguiente, de la Agrupación Parroquial de mi barrio, La Milagrosa, y a los 10 años juré las reglas como hermano de la Esperanza de Triana. Mi niñez siempre ha estado unida a las hermandades, he salido de nazareno y de monaguillo, he llorado, he aplaudido, me he entristecido cuando no ha salido mi hermandad, he visto docenas de películas de la Semana Santa de Sevilla y he escuchado mil veces los CDs de las bandas que acompañan a los titulares de las cofradías sevillanas. Desde hace un tiempo a esta parte, dejé de creer en las imágenes que se exponen en lo alto de los pasos de Semana Santa, ya que llegué a la conclusión de que para un Cristiano es un pecado el adorar a una imagen esculpida y rogarle a ella para que interceda por uno mismo o por algún familiar o amigo en un momento determinado y no pedírselo a Dios directamente, desde entonces no he vuelto a santiguarme, ni a rezarle, ni a adorar a ninguna imagen de ninguna hermandad, creo en Dios pero no en las figuras que le representan en los pasos ni en la Iglesia que predica su Evangelio pero no sigue su ejemplo, aun así, me sigue gustando la Semana Santa y sigo disfrutando de ella como cuando era niño. Continuo emocionándome cada vez que oigo una marcha o cuando se acerca un paso, ya sea de Cristo o de Virgen, y se apodera de mí una serie de sentimientos y nostalgias que me es imposible de describir con palabras. Se me viene a la mente ese niño que ansiaba con ilusión a que llegase el Domingo de Ramos para ver las cofradías y se me viene a la mente ese niño que quería estar siempre dentro de una Iglesia para ver a los titulares de esa hermandad... sí, continuo emocionándome, aunque de otra manera, cada vez que observo como una cuadrilla de costaleros mece a su Cristo o a su Virgen con toda su Fe y con toda la ilusión de haber esperado todo un año para ese momento, y me sobrecoge cada vez que dedican una levantá para una persona enferma o algún familiar o amigo que lo necesita... a mis 21 años sigue gustándome y emocionándome la Semana Santa, y como ese niño que empezó a aprender a los 4 años lo que era vivir y sentir la Pasión de Sevilla, continuo viviendo, dentro de mis actuales creencias, con las mismas ansias y la misma ilusión, año tras año, la Semana Santa de Sevilla...

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