Poco después de la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium y el suicidio de éstos, y una vez concluida la cuarta Guerra Civil de la República Romana, el hasta entonces joven Octavio César, sobrino nieto de Julio César, pasó a denominarse Augusto y fue proclamado primer emperador de Roma en el 27 a. C, dando inicio con ello al Imperio Romano y también a un periodo de doscientos años conocido en la historia como Pax Augusta o Pax Romana. Este periodo, no exento de guerras y conquistas romanas, trajo paz y estabilidad interna al Imperio desde el gobierno de Augusto hasta el gobierno de Marco Aurelio en el 180 d. C.
Dos mil años después, parece que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere emular al emperador Augusto y traer un periodo de paz a nivel mundial que dure, como mínimo, cien años. La propuesta de paz con respecto a la situación bélica que se vive en Oriente Medio y la posterior firma de esos acuerdos, los cuales ha firmado Trump en Egipto con su presidente este pasado lunes, 13 de octubre, junto con los presidentes de Catar y Turquía, han dado inicio a la primera fase de ese acuerdo de paz, el cual tiene un objetivo de dos años, hasta que se implante completamente la paz en 2027, según el periodo marcado por Trump en su propuesta.
Una propuesta de paz en Oriente Medio que veremos a ver cómo acaba. De momentos los rehenes y fallecidos están siendo liberados por ambas partes (Israel y Palestina), y el alto el fuego parece que es una realidad. Aun así, y espero equivocarme en mi predicción, mucho me temo que la propuesta de Trump no va a resultar un éxito a medio y largo plazo. ¿Por qué? porque la propuesta del presidente estadounidense sobre cuestiones como las de la creación del futuro Estado de Palestina y la forma en la que esta creación se hará es ambigua, así como otros puntos de la propuesta, como puede ser la persona que gobernará Gaza durante el periodo de transición en estos años. Ya hay fuertes rumores que apuntan al ex primer ministro británico, Tony Blair, como el hombre que será designado para convertirse en el futuro "gobernador". Todo un hombre de paz y con un currículum pacífista impecable, qué duda cabe. Nótese la ironía con respecto a esto último.
Por otro lado, espero y deseo equivocarme, pero me temo que la propuesta firmada por EEUU junto a Egipto, Catar y Turquía (todos ellos, mediadores y garantes del cumplimiento de ese acuerdo) no va a llegar a buen puerto, ya que la propia propuesta sigue sin convencer del todo a ambas partes y todo hace indicar que las hostilidades pueden saltar de nuevo más pronto que tarde. Por no hablar de que estamos ante un conflicto que tiene más de treinta siglos de disputa, lo cual es bastante improbable que pueda solventarse de repente con unos acuerdos ambiguos en algunas partes y que no satisfacen del todo o bien a Israel o bien a Palestina.
Pero aquí no queda la paz mundial que supuestamente ansía Trump. El presidente estadounidense ya ha dejado claro que su próximo objetivo es el de poner fin a la guerra de Ucrania. Este mismo viernes, Zelenski visitará la Casa Blanca de nuevo. Una visita que, unido al reciente acercamiento entre Trump y Zelenski, busca presionar a Putin para que el presidente ruso acepté por fin sentarse a negociar con EEUU y Ucrania y buscar definitivamente el fin de una guerra que, como ya he dicho en otras ocasiones, ha sido de facto un conflicto bélico indirecto entre Rusia y EEUU, sobre todo durante la nefasta presidencia de Joe Biden.
Veremos a ver cómo acaba este nuevo escenario geopolítico a nivel global que Trump ha abierto con la ya histórica firma en Egipto de los acuerdos de paz en Oriente Medio y las negociaciones que el presidente estadounidense desea iniciar ya con Rusia y Ucrania para detener el conflicto bélico iniciado en febrero de 2022. Lo que sí está claro es que Trump desea emular a Augusto César e implantar definitivamente una paz mundial, la cual sería su definitivo legado en este último mandato como presidente de los Estados Unidos.
Esto confirma una vez más la tesis que durante años se ha venido debatiendo acerca de la idea de que Estados Unidos es el Imperio Romano del siglo XX y XXI, y que el poder y la influencia de los presidentes estadounidenses es similar a la de los emperadores romanos hace dos mil años. Por otro lado, esto corrobora igualmente dónde radica verdaderamente la hegemonía mundial, que no es en otro lugar que en el Despacho Oval. Buena prueba de ello es que Trump y EEUU han reafirmado su autoridad a nivel mundial tras los acuerdos firmados en Egipto.
Cabe añadir también que todo lo que estamos viviendo no es porque Trump desee fervientemente la paz a nivel mundial, sino porque el actual inquilino de la Casa Blanca ansía ser galardonado con el Premio Nóbel de la Paz. A Trump la paz y la guerra mundial le traen sin cuidado, solo hay que ver cómo desde Washington se ordenó bombardear las bases nucleares de Irán en junio de este año. La cuestión es que hay muchos intereses en juego por los que Trump ansía la paz en Oriente Medio y también en Ucrania, y de esa forma lograr su ansiado Nobel de la Paz.
Una distinción de la cual el propio Trump ha afirmado en varias ocasiones públicamente que merece ser reconocido. La ambición del presidente americano parece pues no tener límites y ahora busca a la desesperada, a través de las negociaciones y posteriores acuerdos de paz, un reconocimiento que le lleve a terminar en 2029 su segunda presidencia bajo un mundo en permanente paz, la denominada por algunos Pax Trumpiana. Ahora la cuestión es ¿Conseguirá Trump dejar como legado esa paz mundial en enero de 2029? ¿Logrará convertirse en el Augusto del siglo XXI o fracasará en el intento el "emperador americano"? próximamente saldremos de dudas.

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