martes, 23 de febrero de 2021

Una España radicalizada bajo un gobierno peligroso

Tal día como hoy se cumplen 40 años del 23-F, esa operación de estado que acabó llamándose golpe de estado gracias a la inutilidad de sus protagonistas, ya que ellos y solo ellos fueron los responsables directos del fracaso de la denominada Operación Armada. Una operación que tenía previsto investir como nuevo presidente al general Alfonso Armada en un gobierno de concentración nacional que contaba con la bendición del rey. Pero la entrada a tiros de Tejero en el congreso (Creyéndose éste que se trataba de un auténtico golpe de estado), la tibieza del rey y sobre todo la actitud estúpida de Armada al ofrecerle a Tejero la lista de su futuro gobierno provocó que el teniente coronel de la Guardia Civil fuese el auténtico causante del fracaso de la operación y por ende en el "Salvador de la democracia", título que inmerecidamente recibió desde aquella noche el rey Juan Carlos I al salir en televisión cuando todo estaba ya más que zanjado.

40 años después nos encontramos ante una España sumida bajo un gobierno criminal y asesino, el cual alienta a los sectores más radicalizados de la izquierda a salir a la calle e incendiar la vía pública como actos de protesta por la entrada en la cárcel del "Rapero" Pablo Hásel, un terrorista disfrazado de músico que ha cometido desde su posición popular un enaltecimiento al terrorismo de forma pública y vomitiva, así como unas declaraciones de injurias contra la corona. Tras el posterior juicio y fallo judicial que ha provocado la entrada en prisión de este individuo han faltado minutos para que esa izquierda progre, simpatizante del terrorismo vasco y del independentismo catalán, antiespañola y caracterizada por un odio extremo hacia todo y todos los que vayan contra sus ideales salga a la calle en forma de masa para incendiar las calles de Barcelona y provocar escenas de tensión en otras ciudades de España como Madrid, Lérida, Pamplona o Granada. Una situación que ha recordado un poco a lo que yo en su día denominé como la "Semana trágica del siglo XXI" que fue la reacción del independentismo catalán a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés catalán.

Pues bien, con este panorama tan desolador como vergonzoso se producirá mañana en el congreso la conmemoración del fracaso del 23-F a la que asistirá Felipe VI, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Pablo Casado, Santiago Abascal, etc. Un panorama en donde los propios ministros del PSOE han acusado a los ministros de Podemos de alentar los disturbios y calentar el ambiente en las calles. Una acusación que también han secundado el PP y algunos de C's, entre ellos Inés Arrimadas, pero que VOX no ha suscrito, ya que consideran tan alentadores de igual modo a los miembros del PSOE como a los de Podemos. Una posición que personalmente yo comparto en su totalidad. En España no existen dos gobiernos, sino uno solo. Y si parte de ese gobierno alienta a una parte concreta de la ciudadanía a realizar lo que conocemos como "Terrorismo callejero" no es solo una parte determinada de ese organismo colegiado la culpable de estos hechos, sino de todos sus miembros con independencia de que pertenezcan a un partido u otro. 

Pero eso parece que no les interesa comprenderlo a determinados sectores y sujetos, ya que quieren hacer creer que lo que se ha vivido esta semana en Cataluña y en ciertas partes del resto de España no ha sido más que la reacción violenta de los cachorros de Podemos, los cuales han recibido la orden de sus amos de salir y caldear nuevamente el ambiente. De esta forma la culpa iría directamente hacia Podemos y excusaría al PSOE de los movimientos violentos que la izquierda ha vuelto a perpetrar esta semana, lo cual podría darle a Sánchez la oportunidad de sacrificar de una vez a Iglesias y compañía para así volver al centro y pactar nuevamente con las fuerzas constitucionalistas, como acaba de hacer Sánchez con Casado en lo que respecta a la reforma del Consejo General del Poder Judicial. Un pacto que dicho sea de paso es bastante curioso, ya que el PSOE acepta por primera vez en mucho tiempo en volver a pactar con el PP, pero a la misma vez pacta con Podemos mientras les promete a los populares que los podemitas no formarán parte del nuevo CGPJ. Toda una maniobra política artística de la que solo es capaz de realizar un tipo sin escrúpulos ni sentimientos llamado Pedro Sánchez.

Y es que parece que hay todavía gente a la que les jode ver cómo el PSOE y Podemos no son más que dos caras de la misma moneda (Al igual que también lo son el PSOE y el PP. Basta con mirar el acuerdo al que antes he hecho referencia sobre el CGPJ). Para algunos el PSOE sigue representando el partido constitucionalista y leal que nunca ha sido ni en el sistema de 1978, ni en el sistema de la Restauración, ni en el de la II República. El PSOE siempre ha usado a lo largo de su dilatada historia los métodos que estamos viendo en los últimos años provenientes de la izquierda juvenil y proterrorista. Una juventud absolutamente radicalizada y totalitaria en la que para un niñato es más honorable el nombre de Pablo Hásel, el de Arnaldo Otegi o el de Oriol Junqueras que el de Miguel Ángel Blanco. ¿Por qué sucede esto?, ¿Qué ha ocurrido para que este país fuese en 1997 una España unida que luchaba contra el terrorismo a ser en 2021 una España fragmentada e incluso en muchos sectores simpatizadora del terrorismo? Ha ocurrido que en estos 20 años se ha llevado a cabo desde las instituciones educativas un adoctrinamiento atroz en lo que respecta a los últimos 100 años de la historia de España y a los personajes que vivieron en ese periodo. A unos se les santifica, a otros se les demoniza. Esta juventud no conoce de la historia de España más atrás del 14 de abril de 1931. Han crecido y educados engañados ante el activismo absoluto del sector educativo y ante la pasividad absoluta de los padres de esos niñatos, los cuales serán el futuro de mañana. ¿Cómo será ese futuro? Solo hay que verlos para comprender lo que se nos avecina. Y si esta generación actúa así, ¿Cómo no actuarán las generaciones de sus hijos y sus nietos?

Lo ocurrido esta semana con la entrada en prisión de Hásel y los acontecimientos que se han vivido en Cataluña y otras zonas del resto de España demuestran que para las nuevas generaciones, tipos como éste y como los terroristas encarcelados por sus crímenes o los políticos catalanes en prisión por su participación en el procés catalán son las víctimas de un sistema totalitario en donde no existe la libertad de expresión ni el Estado de Derecho. Y mientras la imagen de España ante el resto del mundo se sigue dañando por criminales y masas de niñatos tan violentos como ignorantes, dentro de unas horas se volverá a hablar de Antonio Tejero, de Alfonso Armada, de Juan Carlos I, de Adolfo Suárez, de Jaime Milans del Bosch, etc. En definitiva, de una operación de Estado. De ese mismo Estado que se está desintegrando gracias a masas que apoyan a radicales como Hásel, ahora convertido en mártir por la izquierda liderada por Sánchez e Iglesias. La misma izquierda que hacía 40 años asesinaban de un tiro en la nuca o por medio de una bomba colocada debajo de los coches y que hoy gozan del respeto y de la admiración del gobierno. El mismo gobierno que pretende recortar derechos y libertades cuando hablamos de la Guerra Civil o el régimen de Franco, y que se echa las manos a la cabeza cuando un cabrón como el llamado "Rapero" anima a asesinar a Policías, Guardias Civiles, afiliados o simpatizantes de partidos con ideologías diferentes a la suya, etc. Esta es la España de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Esta es la España que vivimos 40 años después desde el 23-F. 

lunes, 15 de febrero de 2021

14-F: Continúa el teatro

Hay quienes creen que el 14 de febrero (Día de San Valentín) tiene algo de falsedad y teatro de cara a la galería en lo que respecta a las parejas sentimentales. Creo que hay de todo en la vida, aunque no creo en absoluto que el día de hoy se caracterice por ser un día donde prime el falserío. No puedo decir lo mismo de lo que acaba de ocurrir hace un rato en Cataluña, donde después de casi cuatro años ha vuelto a ganar por amplia goleada el independentismo catalán, y por ende el teatro orquestado por éstos desde hace diez años. 

Una victoria en unas elecciones que quizás sean las que más muertes ha ocasionado en la historia de España. Y no exagero cuando escribo estas palabras, ya que han sido estos comicios la excusa perfecta que ha tenido el desgobierno criminal de Pedro Sánchez para no asumir el mando único durante la tercera oleada de la pandemia del Covid y tomar las medidas necesarias cuando la situación así lo requería. Se le pedía al gobierno responsabilidad, y éste miraba para otro lado con el único objetivo de no tomar medidas drásticas contra el Covid hasta que no hubiesen transcurrido los comicios catalanes del 14-F. 

Con este panorama, Sánchez escogió como candidato a la presidencia de la generalitat a un Salvador Illa que en otro país medianamente civilizado y con una separación de poderes efectiva y un Estado de Derecho como Dios manda estaría en estos momentos en la cárcel debido a su gestión pésima e irresponsable de la situación sanitaria en España en lo que llevamos de pandemia. Pues bien, aunque en términos de bloque ha vuelto a ganar de forma amplia el independentismo, en términos individuales ha sido el PSC liderado por Illa quien ha ganado en número de votos las elecciones catalanas. Ahí es nada. Un criminal con 100.000 muertos a sus espaldas es desde hace un par de horas el ganador de las elecciones catalanas. Personalmente es algo que me llama y mucho la atención, ya que consideraba a los catalanes (A una parte de ellos) como sectarios y extremistas, pero no sabía que también fuesen sadomasoquistas. Y es que a tenor de los resultados se puede sacar como conclusión que cuanto más irresponsable eres como gestor público, mayor será tu recompensa en términos electorales. 

Illa ha sido pues premiado por su gestión criminal en unas elecciones que nunca se debieron producir. España, y en este caso Cataluña no podía celebrar ninguna convocatoria electoral en medio de esta oleada que tan fuertemente ha sacudido a nuestro país. Las circunstancias así lo exigían, pero el gobierno de Sánchez tenía prisa por obtener un buen resultado electoral y de paso volver a la generalitat catalana tras más de diez años desde su salida con José Montilla al frente. Ahora, a pesar de la victoria de Illa, todo está en manos de Pere Aragonés, el sucesor de Junqueras en ERC, presidente en funciones de la generalitat y previsible nuevo presidente catalán. Es a Aragonés a quien le corresponde decidir con quién va a ir cogido de la mano en esta nueva legislatura: O con los independentistas de JxCat y la CUP, o con el PSC de Illa y los podemitas catalanes. Aun así y con independencia de la elección que Aragonés (O mejor dicho, Junqueras) decida tomar, el teatro sigue adelante y el telón sigue sin bajarse.

Y es que éso y no otra cosa es lo que lleva ocurriendo en Barcelona desde que el Tribunal Constitucional fallase en 2010 en contra del estatut catalán diseñado por Zapatero, Maragall y Mas en 2006. Todo lo que llevamos visto desde entonces no es más que un espectáculo absurdo que tiene como verdadero telón de fondo la cuestión fiscal y el reconocimiento de Cataluña, País Vasco y otras regiones históricas como naciones dentro de un estado federal tras la reforma de la constitución que algunos llevan años planeando. ¿Acaso alguien se cree ya que Cataluña vaya a ser independiente algún día? El momento de máxima tensión en el que el gobierno catalán pudo pisar el acelerador fue en octubre de 2017, cuando Puigdemont proclamó la República catalana para acto seguido dejarla en suspensión y fugarse a Europa. Todo lo que llevamos viendo desde entonces y lo que seguiremos viendo a partir de ahora no es más que espectáculo para el público. De hecho ya ha salido Aragonés para exigir al gobierno que se celebre de una vez por todas el ansiado referéndum para la autodeterminación. ¿Acaso no votaron los catalanes en esa consulta "Legal y vinculante" como fue la celebrada el 1 de octubre de 2017?, ¿Acaso no decían éstos de llevar de una vez a la práctica el mandato concedido el 1-O?, ¿Por qué no lo hacen?, ¿Cuántos referéndums y/o elecciones autonómicas hacen falta para que declaren su República? Como se suele decir, "Perro ladrador, poco mordedor". Y es que por otra parte es normal, ya que el procés no es otra cosa que la farsa que en su día orquestaron Artur Mas y la ya extinguida CIU allá por el 2012. El problema vino cuando la CUP decidió en 2016 apartar a Mas y nombrar a un radical como Puigdemont presidente de la generalitat. A partir de ahí el guión se vino abajo y hubo que improvisar, y en esas seguimos. 

Por otra parte debo señalar el triunfo de VOX sobre el PP y C's. Un triunfo que otorga a los de Santiago Abascal ser la primera fuerza constitucionalista en Cataluña, desplazando a los de Inés Arrimadas, la cual sigue empeñada en destruir el partido que en su día fundó Albert Rivera. Un empeño que hay que reconocer que está dando sus frutos. Desde aquí animo a Inés a que continúe en ese empeño, para dar por finalizada la etapa de un partido que no ha hecho otra cosa que ejercer de muleta ante el bipartidismo. En lo que respecta al PP poco o nada tengo que decir, más que apenarme por un partido que en su día fue partido de gobierno y ahora se dedica a ejercer de fuerza política puramente centroizquierdista con el fin de abarcar un sector ideológico que no les corresponde y que encima los rechazan. Este es el panorama que nos dejan los resultados de esta noche de San Valentín. Una noche en la que ya habrán empezado las conversaciones entre los partidos para ir juntos hacia una investidura que supondrá dar otro paso más en esta farsa llamada procés y que muchos muertos ha costado en estas semanas para que el gobierno central viese hecho realidad el escenario en el que nos encontramos ahora. Espero que algún día todos ellos paguen por el inmenso daño que están ocasionando a este país.