miércoles, 6 de septiembre de 2017

15 años de la boda de la tercera infanta

Hoy se han cumplido 15 años de una de las bodas más polémicas ocurridas en España en lo que llevamos de siglo: La boda entre Ana Aznar y Alejandro Agag. Una boda que no tendría nada de particular si no fuera por el gran despliegue y controversias que provocó el enlace entra la hija del entonces presidente del gobierno y el empresario madrileño. ¿Qué tuvo de polémico este evento? Para empezar el trato que se le quiso dar por parte de los propios padres de la novia al acontecimiento en sí, es decir, mediatizar y convertir la boda de su propia hija en toda una boda que sólo sería capaz de protagonizar una infanta de España. José María Aznar y Ana Botella otorgaron a un evento prácticamente familiar el carácter de una boda de estado. El lugar donde se celebró el enlace matrimonial no fue otro que el mismísimo Monasterio de El Escorial, un lugar en el que sólo se celebran bodas los fines de semana, pero que ese día abrió excepcionalmente las puertas a la familia del presidente del gobierno aún siendo jueves, ya que cómo dijo uno de los responsables del propio Monasterio, "La boda era casi una cuestión de estado". La persona que ofició la ceremonia no fue ni más ni menos que el por entonces Cardenal Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela. Por si todo esto no fuera poco, lo verdaderamente impactante fueron los invitados al enlace; Desde el gobierno en pleno de Aznar hasta los mismísimos reyes de España, que presidieron la boda, pasando por las Cortes Generales, representadas por sus presidentas de entonces; Luisa Fernanda Rudi por el Congreso, y Esperanza Aguirre por el Senado, los presidentes de las CCAA en manos de los populares, los presidentes del Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y el Consejo de Estado. Varios jefes de gobiernos internacionales también fueron invitados, como el primer ministro británico Tony Blair y su esposa Cherie, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso, mientras que por la República de El Salvador fue invitado su presidente, Fernando Flores y por Colombia fue invitado el hasta un mes antes presidente de dicho país, Andrés Pastrana. Por supuesto aquí no acaba la lista, ya que más ex jefes de gobiernos y de estados fueron invitados a la ceremonia, así como los ex presidentes del gobierno de nuestro país, Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. Y para terminar, los propios testigos de la novia fueron ni más ni menos que una parte del núcleo duro del gobierno de Aznar, entre los que se encontraban el hoy presidente del gobierno y por aquel entonces vicepresidente del gobierno, Mariano Rajoy, el casi seguro por entonces sucesor de Aznar y flamante ministro de economía, Rodrigo Rato, el ministro del interior, Jaime Mayor Oreja, el primer ministro británico, Tony Blair, el presidente fundador del PP, Manuel Fraga, así como otros personajes que a día de hoy están imputados por el caso Gurtel.

En definitiva, "La boda real de la tercera infanta de España", como algunos llamaron por entonces el enlace de la hija del presidente del gobierno, fue toda una arrogancia y un ejemplo de despotismo absoluto por parte del propio José María Aznar, (Que se creía en aquél momento no ya jefe del gobierno, sino también jefe del estado con poder absoluto gracias a la mayoría aplastante obtenida en el año 2000), y de su mujer, Ana Botella, (Que había asumido plenamente el papel de primera dama de España, destronando a la reina Sofía). ¿Por qué? Porque una cosa es celebrar una boda, digamos medianamente "discreta" y como Dios manda, donde acuden las personas allegadas de las familias de los novios, y otra muy diferente es celebrar un matrimonio oficial donde el padre de la novia utiliza la boda de su propia hija para erigirse como un monarca europeo que casa a su hija cómo una princesa delante de todos los poderes del estado. ¿A cuento de qué vino invitar al rey Juan Carlos a la boda cuando todo el mundo era consciente de que las relaciones entre el jefe del estado y del gobierno eran más que pésimas? Por la sencilla razón de restregarle Aznar al por entonces rey que él podía perfectamente celebrar como él una boda por todo lo alto cuan presidente, no ya del gobierno, sino de una inexistente República. Es comprensible por supuesto que asistiesen políticos a la boda, ya que el padre de la novia era ni más ni menos que quien gobernaba en la España de la burbuja inmobiliaria en septiembre de 2002. Pero una cosa es invitar a políticos allegados y otra invitar a todas las autoridades a nivel nacional, e incluso autoridades a nivel internacional. De la presencia de famosos en la boda no digo absolutamente nada, puesto que muchos políticos al casarse o al casar a familiares han invitado a personas del mundo de la comunicación, música, cine, etc. 

A día de hoy se sabe que la trama Gurtel pagó parte de la boda, y que gran parte de los invitados a la ceremonia guardaban relación con el caso que ha destapado la corrupción en el PP. Hasta el momento no hay certeza de que la boda fuese costeada por el estado (Hasta ahí podíamos llegar, aunque no es de extrañar en nuestro país), pero sí que la trama de corrupción anteriormente citada y la boda guardan relación. De lo que no hay ninguna duda tampoco es de que la famosa boda del Escorial fue un acto impropio de un país que afirma ser una democracia representativa y consolidada en Europa con separación de poderes. Por ejemplo, ¿Alguien se imagina en aquellos años a Tony Blair casando a su hija en la Abadía de Westminster delante de la mismísima reina Isabel II y vacilando de su poder delante de la corona británica y de todas las instituciones del Reino Unido? En Londres por supuesto que no, pero en Madrid se pudo confirmar aquel día con este evento que nuestro sistema político dista mucho de lo que algunos llaman "Una democracia ejemplar". Y no lo digo sólo por el hecho de otorgarle de facto el rango de boda de estado al evento, sino por los innumerables casos de corrupción que salpicaron posteriormente a una gran parte de los invitados a la misma, y que a día de hoy salpican incluso la financiación de la propia boda. En resumen, los Aznar ejercieron de familia real, cómo dijo el propio asesor de Tony Blair, Alastair Campbell, y actuaron con soberbia en un acto que sin ellos saberlo sirvió posteriormente para abrir la caja de pandora que destapó en gran parte uno de los mayores casos de corrupción en España. Traducido en una frase, la que podemos aplicar en España a este y a todos los sucesos ocurridos en el pasado y que ahora marca nuestro presente; "De aquellos polvos, estos lodos...".

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