Llegó
noviembre, el último mes impar del año, el mes en el que empieza a
calar en nuestra piel ese frío preinvernal, el mes en el que se
empieza a observar por las calles el nostálgico y apetecible olor a
castañas, el mes en el que se aprecian los primeros adornos
navideños en nuestras ciudades o pueblos, el mes previo a dicha
fiesta en la que se conmemora el nacimiento del hijo de Dios, el mes
en el que se le rinden respetos a nuestros difuntos, el mes que
ejerce de transición entre el triste Otoño y el frío Invierno, el
mes en el que empezamos a hacer cuentas para la elección de los
regalos a nuestros hijos, nietos o sobrinos, el mes en el que
comienza esa sensación de nostalgia que nos acompaña en los últimos
meses del año y el mes en el que un servidor cumple años y da
gracias a Dios por otro año más de vida.
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