Hace casi 48 horas que ha finalizado la sexta moción de censura desde la instauración de la Constitución española de 1978. Una moción de censura que, como todos sabemos, ha sido presentada por VOX y ha tenido como candidato a la presidencia del gobierno al economista y ex miembro del Partido Comunista de España, Ramón Tamames. Pues bien, dicha moción de censura, la cual no ha estado exenta de polémica desde su presentación, no ha sido apoyada por nadie, sólo por los 52 diputados del partido de Santiago Abascal y por un diputado que había sido miembro de Ciudadanos. Hasta aquí, todo normal. Se esperaba que la moción fracasase y así ha ocurrido.
Por mi parte debo decir que fui el primero que en diciembre, visto lo ocurrido con la renovación del Tribunal Constitucional, la cual no quedó tampoco exenta de polémica, pedí de manera urgente la presentación de una moción de censura con un candidato independiente por parte de la oposición, que tuviese como objetivo la convocatoria urgente de elecciones generales para el año en curso. Como ya sabemos todos, el PP rechazó esa idea (Posición que yo no entendí ni compartí en absoluto) y sólo VOX defendió llevarla a cabo. Hasta ahí bien. El problema resulta cuando transcurren los días, las semanas, la Navidad, Año Nuevo... y seguimos sin moción de censura. Pasa enero y aún no sabemos nada de la moción que Abascal tenía pensado presentar. Y sólo cuando llegamos a finales de febrero se anuncia a bombo y platillo que VOX ha conseguido el sí del economista y relevante político durante la Transición, Ramón Tamames, para liderar esa moción de censura. Hablamos de un nonagenario que fue miembro del PCE de Santiago Carrillo y que, por principios, está situado en las antípodas ideológicas de la corriente de pensamiento de VOX.
A partir de ahí todo han sido críticas, y yo personalmente he sido uno de los que me he sumado a ellas. Para empezar: si VOX denunció, y con razón, la urgente necesidad de presentar esa moción de censura, ¿Por qué lo hace dos meses después de lo ocurrido en el TC?, ¿Por qué lo hace cuando la situación en el gobierno estaba, y está, más tensa que nunca?, ¿Acaso ha esperado Abascal a echarle la mano a Pedro Sánchez cuando éste más lo necesitaba para rescatarlo? Hay tantas preguntas acerca de esta extraña moción de censura que daría para un libro.
En mi opinión, creo que esta moción de censura habría tenido sentido si se hubiese presentado en diciembre, y no dos meses después de lo ocurrido con el asalto al TC por parte del gobierno. Lo que hemos vivido en estos dos días ha sido únicamente el inicio de campaña de las elecciones que van a tener lugar a lo largo del año (Municipales y autonómicas en mayo, generales en diciembre). Y es que Abascal no ha hecho un servicio a España al presentar esta moción a sólo dos meses de las municipales del 28 de mayo, sino a sí mismo y a su partido. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que VOX ha querido presentar esta iniciativa parlamentaria que recoge la Constitución para volver a situarse en primera fila y de esta forma parar la subida que el PP está teniendo, presuntamente, en todas las encuestas. Un error mayúsculo, puesto que la única forma que hay para echar al PSOE es, querámoslo o no, con una victoria electoral del PP en las próximas elecciones municipales, y sobre todo, en las generales. Y en esa victoria del PP, la cual se producirá seguramente sin mayoría absoluta, es donde entra VOX para llegar a acuerdos con el PP y formar gobierno, apartando así a la izquierda del poder.
¿Qué ha ocurrido entonces? Que Abascal se ha dado lo que podemos definir como un "Froilán", o sea, un tiro en el pie en toda regla. Ha designado de candidato a un Ramón Tamames, el cual no ha sido la persona más idónea para liderar esa moción de censura, tanto por edad, como por salud física, como por cuestiones ideológicas. De hecho, lo ocurrido hace una semana, en la que Tamames filtró su discurso, dio alas a Pedro Sánchez y al PSOE para prepararse con una semana de antelación el discurso del candidato, aunque finalmente éste ha variado cuando fue leído por el candidato el pasado martes. Un discurso que, debo decir, fue muy bueno; pero ahí quedó eso, nada más.
Después del discurso de Tamames, el cual recordó tanto en contenido como en estilo a los que se pronunciaba durante la Transición (Algo que se agradece), llegó el turno de defensa del gobierno. O mejor dicho, del mitin del gobierno. Pedro Sánchez estuvo más de una hora y media promocionando y defendiendo sus medidas y por ende, sus años al frente del gobierno. Tras él llegó el turno de la, cada vez, más presidenciable Yolanda Díaz, la cual hizo uso, con la autorización de Sánchez, de su cargo de vicepresidenta para promocionarse igualmente y dar por iniciado su asalto al proyecto político de "Sumar". Un proyecto el de "Sumar" que no me gusta absolutamente nada y que no descartaría que le diese la mayoría a la izquierda en las elecciones de este año. Tanto si en mayo hay descalabro del PSOE, y esto conlleva, como algunos señalan, a la renuncia de Sánchez a la reelección, como si finalmente el todavía presidente del gobierno decide ir a por todas y ser de nuevo el candidato socialista en diciembre (Como creo que así será finalmente), el PSOE tendrá en Díaz a la mejor y a la vez peor aliada para sus intereses. ¿Por qué? Pues porque si Díaz se aprovecha de la llegada de un nuevo candidato socialista a la Moncloa, como si tiene de nuevo como contrincante electoral a un ya desgastado Sánchez, la todavía vicepresidenta puede poner sus condiciones a un débil PSOE que puede sacar uno de los peores resultados que se recuerden.
Díaz puede sacar ventaja de la debilidad del PSOE y de su candidato, sea quien sea, y exigir por ejemplo dos legislaturas en una: esto es, los dos primeros años de gobierno presididos por el candidato del PSOE, y los otros dos por ella. Ojo con esto, porque puede ser el vaticinio de lo que ocurra a partir del año que viene, cuando hayan pasado las elecciones generales y comiencen los pactos postelectorales. Ojalá me equivoque, pero el impulso que algunos están dando a Díaz, en detrimento de Sánchez, comienza a ser curioso a la vez que preocupante, lo cual indica que la izquierda tiene pensado ya un plan B para mantenerse en el gobierno, aunque esto suponga la caída de Sánchez.
Volviendo al debate de la moción de censura, tanto los "mítines" parlamentarios de Sánchez y Díaz sólo sirvieron para dar una breve y débil respuesta por parte de Tamames a éstos, lo cual fue suficiente para que la izquierda se viese como vencedora de la moción de censura ante la imposibilidad de defensa esporádica de un candidato de 90 años. Por no hablar de los continuos ataques que desde el gobierno y desde los distintos grupos políticos realizaron contra el PP y Feijóo. Un Feijóo al que, como ya he dicho en otras ocasiones, no es santo de mi devoción, pero reconozco que estuvo hábil a la hora de quitarse de en medio y no asistir a lo que él verdaderamente definió como un "Circo". Si el líder de la oposición hubiese ido a la moción de censura, no pudiendo intervenir al no ser diputado, las críticas por parte del PSOE, VOX y todos los demás grupos políticos hubiesen sido el cuádruple de las realizadas, que no han sido pocas.
También creo que la decisión del PP en abstenerse ha sido la correcta, ya que, como he dicho antes, no ha sido una moción de censura pensada por y para España, sino por y para los intereses de VOX. En este sentido, y a dos meses de unas elecciones municipales y a poco más de medio año de las generales (Lo cual le quita ya todo sentido al objetivo de la moción, que es el de una convocatoria electoral que se va a celebrar sí o sí este año), un acercamiento del PP a VOX en estos momentos sería letal para ambos y arruinaría la posibilidad de una posible victoria de la derecha en las elecciones de este año, lo cual no descartaría, viendo cómo VOX parece más interesado en apuntalar al PSOE en el gobierno que en contribuir astutamente en su caída. Sólo hay que ver que las primeras encuestas que se han publicado tras la moción de censura dan como principales beneficiarios de ésta al propio PSOE y a la izquierda, la cual estaba sumida en el más profundo caos como consecuencia de las leyes aberrantes del "Sí es sí", la denominada "Ley trans", o el estallido de la trama del "Tito Berni".
Personalmente, si yo fuese Feijóo me andaría con mucho ojo de aquí a las generales, ya que nada está escrito, y la situación no es, aunque se parezca, equiparable a la de 2011. Hace 12 años, Zapatero estaba ya carbonizado por la crisis económica y renunció a presentarse a la reelección por un PSOE en caída libre, el cual tenía al PP de Rajoy en alza en todas las encuestas, lo cual le valió a los populares para ganar por abrumadora mayoría tanto en las municipales y autonómicas de mayo, como en las generales de noviembre de ese mismo año. También hay que añadir el factor más importante: fueron las últimas elecciones autonómicas y generales que se celebraron bajo el paraguas del bipartidismo. Estábamos por lo tanto en un escenario político y social completamente distinto al de 2023.
Quizás, si se puede comparar esta situación, ésta pueda tener algo más en común con la de 1995, con unas encuestas que daban la victoria a la derecha, mientras Aznar se veía ya en la Moncloa y con un Felipe González cuya ambición política le cegaba la posibilidad de retirarse, pese a llevar ya 13 largos años al frente del gobierno. ¿Cuál fue el desenlace? Todos lo sabemos: Felipe González resistió hasta que decidió convocar elecciones generales en 1996, a las que se presentó nuevamente, con todas las encuestas en contra. Aznar tenía todas las de ganar y todo el mundo daba por hecho el cambio de ciclo. Pero contra todo pronóstico, Aznar sólo consiguió ganar por la mínima frente a un Felipe González que le pisaba los talones. Finalmente, y sólo tras la renuncia de Felipe González a pactar nuevamente con Pujol (Este y no otro fue el principal motivo por el que pudo llegar Aznar a la Moncloa, aunque nadie lo reconozca), el PP consiguió llegar al gobierno tras tenerlo prácticamente todo en contra. Algo así puede ocurrir en este 2023 y en 2024, con la diferencia de que Pedro Sánchez, a diferencia de Felipe González, sí está dispuesto a pactar todo y con todos aunque pierda las elecciones. Y por supuesto, el telón de fondo con el multipartidismo en el que nos encontramos en estos instantes, lo cual puede complicar el cambio de gobierno.
En definitiva, y volviendo a la moción de censura, ésta no ha servido más que para aupar y reforzar a un gobierno que se encontraba atravesando hasta el momento del registro de la moción la peor de sus crisis en estos tres años de legislatura. El debate sólo ha servido también para que desde el gobierno y el resto de los partidos políticos hayan difamado por los cuatro costados contra el PP (Sin ser ellos los promotores de la moción), contra VOX y contra el candidato, un señor que por patriotismo y responsabilidad se ha ofrecido humildemente a la jugarreta que le ha ofrecido VOX, y que ha aguantado con dignidad y entereza todos los descalificativos y risas que desde el gobierno y sus socios parlamentarios, han vertido sobre él. Eso dice más en favor del propio Tamames que de toda la gentuza política que le han rodeado en estos dos días en la moción de censura, señal de que los políticos de antaño son de otra madera. En fin, ahora que ya ha pasado este circo y este espectáculo, queda pendiente lo importante: que la derecha se mantenga unida y fuerte para echar a la izquierda del poder cuanto antes, ya que éstos van a hacer todo lo posible y lo imposible por mantenerse en él. Primera parada, mayo; segunda parada, diciembre. Pero conviene recordar que aún queda mucho partido por delante y que nada está escrito.