jueves, 27 de enero de 2022

No a la guerra


Calentito comienza este 2022, el cual creo que será determinante tanto en la crisis nacional que padecemos como en la crisis global que llevamos sufriendo desde el estallido de la crisis sanitaria del Covid 19 en 2020. La decisión de Putin de invadir Ucrania ha hecho saltar todas las alarmas y ha conducido al mundo a una situación prebélica que no se recuerda desde hace tiempo. Una situación en la cual EEUU y Rusia han vuelto a medir sus fuerzas sin que de momento se haya desencadenado el peor de los escenarios. Una vuelta pues a esa Guerra Fría que en realidad nunca terminó con la caída de la URSS hace ahora 30 años, sino que supuso una suavización de dicho conflicto entre las dos potencias mundiales más importantes y que desde hace unos años se ha vuelto a recrudecer. 

Pero no es de la vuelta a esta Guerra Fría de lo que quería hablar esta noche, sino del papel que en élla está jugando España por empecinamiento personal de nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez. Un papel en el que España se ha colocado sin comerlo ni beberlo en primera línea de combate gracias a la mezquina decisión de Sánchez de convertirse de nuevo en el centro de todas las miradas, no ya a nivel nacional sino también internacional. La decisión del jefe del gobierno de enviar dos buques de guerra al Mar Negro, así como la idea de enviar en breve cazas y tropas terrestres hacia la zona de conflicto sin que Estados Unidos ni la OTAN hayan solicitado ayuda previa ha puesto a nuestro país entre la espada y la pared en un conflicto bastante delicado. 

Y es que si no teníamos bastante con la situación interna que atraviesa España con la crisis sanitaria y económica, Sánchez ha creído que era hora de involucrarnos en una previsible guerra cuyas consecuencias serían catastróficas tanto para nuestro país como para el resto del mundo. No estoy hablando de que estemos al borde de una Tercera Guerra Mundial, como ya señalan algunos, pero sí de un escenario bélico que podría marcar un antes y un después en la historia de la humanidad y en la que nuestro país se ha visto involucrado gracias a los deseos de grandeza de un psicópata narcisista cuyo puesto en el gobierno de España se le antoja ya pequeño y desea ser reconocido como un personaje reputado a escala global. Un movimiento peligroso del que estoy plenamente convencido que Rusia ya ha tomado nota, con independencia de que ocurra o no algo finalmente. Y es que ¿Qué se nos ha perdido en Ucrania para que nuestros soldados se jueguen allí la vida? ¿Qué nos han hecho los rusos para que España sea el primer país del mundo en enviar buques de guerra para luchar contra dicha potencia? No se nos ha perdido nada. El único problema que tiene España es el de padecer a un personaje maligno y peligroso como presidente del gobierno, cuyos aires de grandeza no tienen límites.

Desde la llegada de Biden a la Casa Blanca el año pasado, la obsesión de Sánchez de querer convertirse en el perro faldero del senil presidente demócrata ha sido una constante desde entonces. Pero por si no fuera poco la humillación que este miserable está llevando a España, más humillante es que sus llamadas de atención no merezcan respuesta desde Washington. Y es que desde que el maquiavélico Zapatero decidiese en 2003 permanecer sentado al paso de la bandera de Estados Unidos, y una vez como presidente del gobierno decidiese como primera medida retirar las tropas españolas en Irak, los estadounidenses han visto a España como un socio no fiable. Más aún cuando tenemos en nuestro país un gobierno compuesto por ministros con conexiones con la Venezuela de Maduro y otros países abiertamente enfrentados contra EEUU. Buena prueba de que para Biden, Sánchez es un personaje del cual hay que desconfiar es el hecho de que ayer el presidente estadounidense celebró una reunión por videoconferencia con los principales países aliados de Europa, entre los que no se encontraba España. Esta nueva humillación hacia España ha sido empequeñecida por el gobierno al afirmar que su ausencia en esa reunión telemática se debió a cuestiones técnicas. 

Pero ahí no queda la cosa. Hace unos días pudimos ver cómo desde Moncloa se grababa a Sánchez hablando en teoría con los principales líderes mundiales para darle una solución a la crisis ucraniana. Una escena en la que se podía ver en primera línea el maletín de presidencia del gobierno expuesto sobre la mesa sobre la que llamaba Sánchez. Algo surrealista y absurdo que demuestra una vez más el narcisismo que padece el actual presidente. Un Sánchez al que ya se le ha revelado la parte podemita del gobierno con Yolanda Díaz a la cabeza, dispuestos a encabezar 20 años después un nuevo "No a la guerra" pero esta vez contra el gobierno del que ellos forman parte. Algo sencillamente ilógico, ya que si esta gente quisiera verdaderamente enfrentarse contra la aventura belicista de Sánchez solo tendrían que romper el acuerdo de gobierno y dar por terminada la legislatura. Pero claro, estamos hablando de los podemitas, los cuales seguramente no volverán a sentarse en el consejo de ministros en su vida, por lo cual queda aguantar el chaparrón y si acaso automanifestarse hipócritamente contra un gobierno del que ellos forman parte.

Y es que hay quienes comparan esta situación con la que ya se vivió con Aznar y Bush sobre Irak hace casi 20 años. Algo que personalmente creo que no tiene comparación alguna, ya que en 2003 España decidió apoyar a Estados Unidos en la invasión de Irak porque el gobierno de Bush había proporcionado una gran ayuda en materia antiterrorista a España a la hora de acabar con ETA. Una ayuda que Aznar supo devolverle a Bush con el apoyo de España sobre la cuestión iraquí. Lo de ahora no es más que las ganas de un enfermo ambicioso con ganas de aparecer en todos los medios tanto nacionales como internacionales para darse a conocer y pasar a la historia como un Winston Churchill del siglo XXI. Pero lo peor de todo no es ya al peligroso escenario al que nos lleva Sánchez, sino el hecho de que Casado y el PP hayan mostrado todo su apoyo al jefe del ejecutivo en esta irresponsable locura, la cual no cuenta siquiera ni con el apoyo del congreso, ya que Sánchez ha enviado de momento los buques de guerra sin solicitar la aprobación de las cortes. Algo que si hubiese realizado algún presidente del PP ya estarían las calles ardiendo bajo el lema de "Gobierno asesino".

Por cierto, cabe destacar que en esta situación sería bastante acertado que los mismos que se manifestaron contra Aznar y el trío de las Azores en 2003 lo hiciesen ahora también frente a este gobierno irresponsable, tiránico y belicista. Pero claro, el perro no va a morder la mano que le da de comer... es por ello por lo que habrá que esperar a que este mismo escenario se produzca pero con un gobierno de derechas para que toda la chusma que salió hace 20 años vuelva a salir de forma masiva. De hecho hay que recordar que entre esta situación y la producida por la invasión de Irak se produjo una bastante parecida en primavera de 2011, cuando Zapatero decidió apoyar y enviar a las tropas españolas a Libia para provocar la caída de Gadafi. Ya entonces no se vio a ningún progre manifestarse abiertamente contra la decisión de Zapatero de comenzar una guerra contra aquél que en otros tiempos recibía y saludaba tan alegremente.

Para finalizar creo que no va a ocurrir absolutamente nada, ya que en otras ocasiones hemos estado en situaciones parecidas aunque no tan graves como la actual, y sin embargo la sangre no ha llegado al río. Pero lo que sí quedará seriamente dañada será la imagen de España en el exterior, sobre todo frente a Rusia tras la decisión de Sánchez de ir a la guerra como el primer soldado. Creo que Putin no invadirá Ucrania, ya que el presidente ruso es el típico perro ladrador pero poco mordedor, y aunque así lo hiciese no creo que esto quede en más que una sanción por parte de Estados Unidos y la ONU contra Rusia. En lo que respecta a Sánchez decir que esto debería servir para que el país se posicionase abiertamente en contra de la decisión del gobierno y el acuerdo entre PSOE y Podemos quedase disuelto, dando por concluida la legislatura. Como ya he dicho, no creo que pase nada, pero si ocurriese reitero que no se nos ha perdido nada en Ucrania ni frente a los rusos, por ello desde aquí digo "No a la guerra".