sábado, 20 de noviembre de 2021

Pedro Sánchez: Todo por el poder


Cuando en julio de 2014 un desconocido diputado llamado Pedro Sánchez Pérez-Castejón fue elegido secretario general del PSOE sucediendo a Alfredo Pérez Rubalcaba, nadie creía que el nuevo líder de la oposición y de la izquierda española se convertiría algún día en el mayor peligro que tendría que hacer frente el sistema de 1978. Un sistema que se descompone por momentos y que ve cómo desde el gobierno, el presidente Sánchez va avanzando en su proyecto de destruir una por una toda la estructura política que los líderes de la transición crearon en su momento. Un proyecto que se inició en 2004 tras los atentados del 11-M que dieron lugar a la victoria contra todo pronóstico de José Luis Rodríguez Zapatero y que Pedro Sánchez tiene como objetivo culminar antes de dejar la presidencia del gobierno. 

Y es que hace un par de días nos enteramos que el gobierno de coalición tiene planeado presentar una enmienda a la ley de Memoria Democrática para perseguir los crímenes del franquismo hasta 1982, es decir, hasta la llegada del PSOE de Felipe González al poder ese mismo año, además de reconocer como víctimas del franquismo los etarras muertos durante la transición. Con esto se abre un melón de muy considerables dimensiones al cuestionar por primera vez desde el gobierno de España el periodo de la transición e investigar los crímenes posteriores a la dictadura de Franco con los gobiernos ya democráticos tanto de Adolfo Suárez como de Leopoldo Calvo Sotelo. 

De esta forma Sánchez vuelve a ceder una vez más ante sus socios etarras, separatistas y radicales con el fin de poder prorrogar un poco más su estancia en la Moncloa. Una estancia la cual no es muy segura, ya que en cualquier momento en el que Sánchez se niegue a bailarle el agua a sus socios, éstos optarán por retirarle su apoyo al actual jefe del gobierno y provocar la convocatoria de unas elecciones generales que cada vez todo el mundo da por hechas que se celebrarán el año que viene. Personalmente creo que esta opción aún siendo bastante improbable es posible, aunque me extraña que un ser tan ambicioso y sediento de poder como es Pedro Sánchez acepte jugársela en unas elecciones que todas las encuestas auguran que les llevará a la oposición. 

Aún así nada es descartable a estas alturas en donde Sánchez está dispuesto a llevarse a España por delante una vez más. Ya lo intentó en 2016 cuando tras las elecciones generales de diciembre de 2015 y junio de 2016 provocó junto con el entonces presidente del gobierno Mariano Rajoy una crisis constitucional en la que España estuvo inmersa en una crisis política donde ninguno de los dos daba un paso atrás para intentar dar una solución a la grave crisis que atravesaba el país. Sánchez intentó por todos los medios llegar a la Moncloa aquel año a través de una fallida sesión de investidura, mientras Rajoy intentó también por todos los medios mantenerse al frente del gobierno español. Finalmente, y tras casi un año gobernando en funciones, el entonces jefe del ejecutivo ganó aquella batalla tras fulminar el PSOE a un Pedro Sánchez decidido a ir de nuevo hacia una investidura para desalojar al PP del gobierno. Era la primera vez en España que los ciudadanos asistieron en vivo y en directo a la caída de un líder político tras pactar primero éste con Albert Rivera en marzo e intentar en septiembre lo mismo con Pablo Iglesias y la banda que lo sustenta en estos momentos en la jefatura del gobierno. Todo con tal de alcanzar el poder. 

Pero no contento con todo esto Sánchez volvió en 2017 y recuperó su silla en Ferraz como secretario general del PSOE, venciendo a su rival, Susana Díaz, y a toda la vieja guardia del Felipismo, los cuáles fueron los mismos que lo defenetraron en octubre de 2016. Una vez allí nuevamente contempló cómo poco a poco la corrupción en el PP se agravaba hasta que llegó el momento culmen: La sentencia del caso Gürtel que dejaba al PP y a Mariano Rajoy en una situación insostenible. Fue entonces cuando Sánchez vio de nuevo su oportunidad de alcanzar la Moncloa ante un Rajoy herido de muerte. 

Finalmente en junio de 2018 y tras presentar una moción de censura, Sánchez consiguió hacerse a sus 46 años con la presidencia del gobierno de la mano de Pablo Iglesias y de aquellos a los que Albert Rivera denominó en su día como "La banda" (ERC, Bildu, PNV, PDeCAT, BNG). Aun así, y esta vez como presidente del gobierno, Sánchez optó por volver a llevar a España a una situación límite cuando en 2019 convoca elecciones generales en abril y tras ganarlas rechaza abiertamente pactar con Albert Rivera y Cs para formar gobierno. De este modo, y ansioso por obtener un resultado aún mayor que el obtenido en abril, decide ir de nuevo a elecciones en noviembre de ese mismo año para volver a ganar y pactar en menos de 48 horas con Pablo Iglesias y Podemos la formación del primer gobierno izquierdista en la historia de España tras el desastroso antecedente del Frente Popular en 1936, el cual llevó a España a la Guerra Civil. Todo esto tras haber anunciado pocas semanas antes que no podría dormir bien pactando y gobernando con Podemos. 

Pues bien, dos años después de aquel pacto y tras la caída de Pablo Iglesias y la llegada de Yolanda Díaz como nueva y flamante vicepresidenta del gobierno, Sánchez pretende una vez más llevar a España al abismo con la aprobación de unos presupuestos generales cuyas negociaciones para su aprobación serán las más altas y costosas que nuestro país haya visto nunca. Los etarras y los independentistas saben que están ante una ocasión única para conseguir sus fines, que no es otro que el del debilitamiento y posterior extinción de España, y saben que están ante un psicópata sin escrúpulos capaz de ello con tal de mantenerse en el poder un poco más. 

La situación actual es favorable para los socios del actual presidente del gobierno, los cuales saben que estos serán los últimos presupuestos que se aprueben en esta legislatura, ya que los del año que viene podrán ser prorrogados por Sánchez, si es que éste continúa como presidente dentro de un año. De momento ya hemos visto que Sánchez ha pactado con podemitas y compañía la persecución de aquellos actos posteriores a la dictadura de Franco, lo cual abre un peligroso antecedente que hace poner en cuestión el propio régimen del 78, la constitución y las instituciones que nacieron a partir de su promulgación. Con esto se puede decir que Pedro Sánchez está haciéndole el trabajo a enemigos de España y socios del propio presidente como Arnaldo Otegui, Carles Puigdemont u Oriol Junqueras. Sánchez será pues el encargado de enterrar el régimen del 78 y de traer a España un futuro más negro del que ya estamos padeciendo. Probablemente el año que viene o en 2023 tenga que dejar el gobierno, pero el daño causado a nuestro país será de tal calado que difícilmente podrá repararlo el próximo presidente, el cual mucho me temo que no será Casado, ya que éste está más pendiente de destruir a Isabel Díaz Ayuso que de prepararse para entrar en Moncloa de un momento a otro. 

Por ello, con un gobierno y un PSOE declarados oficialmente como enemigos de España (Lo que por otra parte siempre han sido) y una oposición que ni está ni se le espera ¿Cuál será el futuro que nos deparará como nación a medio/largo plazo? No lo sé, pero vista las circunstancias todo hace presagiar que será de todo menos bueno. Nunca España ha estado tan débil en los últimos 100 años, ni nunca hemos estado en manos de un tipo tan peligroso, dispuesto a todo por obtener y/o mantener el poder como el actual presidente del gobierno. Pedro Sánchez es un hecho que es desde hace mucho tiempo un grave peligro para España, ahora la cuestión radica en cómo y cuándo sacarlo del poder. Visto el panorama cualquier opción de echarlo de la Moncloa pasa por el descontento y posterior abandono de los etarras e independentistas hacia Sánchez (Algo bastante improbable), y esto debe de ocurrir en estas negociaciones para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2022, de lo contrario tendremos Sánchez hasta el 2023, una fecha demasiado lejana todavía en la que el inquilino de la Moncloa puede aguantar pero España no. 

Aún así y aunque la banda de Sánchez decida seguir apoyándole, la inflación y la crisis económica siguen en caída libre, lo cual podría provocar que Sánchez un día de estos decida que es mejor pasarle la patata caliente a otro u otra miembro de su partido o adelantar las elecciones para que sea el PP quien se coma nuevamente el marrón de comerse su tercera crisis económica y sacar a España del atolladero por tercera vez en su historia. ¿Qué hará Sánchez y cuándo? Es toda una incógnita, pero de lo que no cabe duda es de que hará nuevamente lo que más le favorezca solamente a él. A España mientras tanto solo le queda esperar a que Pedro se canse de la Moncloa y del Falcón cuanto antes, aunque la situación en la que deje el país, con independencia del momento que abandone el poder, ya se ha demostrado que será irreversible. Este será el legado de uno de los personajes más negativos e impopulares que hemos tenido al frente de la gobernabilidad de este país y el fin de una etapa oscura repleta de división, odio y enfrentamiento en la historia de España.