sábado, 23 de octubre de 2021

10 años de ¿La derrota de ETA?


Decía Fernando Savater que "El terrorismo etarra existió por algo y ahora estamos en ese algo", y lo dijo en el décimo aniversario del comunicado en el que la banda terrorista vasca anunció su intención de abandonar las armas definitivamente. Era el 20 de octubre de 2011 y ese mismo día había sido asesinado Gadafi. Yo me disponía a ir para clase cuando leí por internet que se esperaba un anuncio inminente de ETA para ese mismo día. Intuyendo que se trataría del abandono definitivo de las armas, se lo comuniqué a mi madre y me fui. Al volver a casa todos las cadenas de televisión hablaban de lo mismo y mi madre me confirmó lo que yo le había anunciado: ETA dejaba para siempre las armas. El comunicado se emitió poco después de yo salir para clase, sobre las siete de la tarde de aquel ya lejano 20 de octubre de hace diez años.

Nada de lo que ocurrió aquella tarde me sorprendió. Se hablaba desde hacía tiempo de la posibilidad de que ETA anunciase su intención de dejar de matar antes de la celebración de las elecciones generales de 2011, y yo que soy bastante mal pensado supuse que esto ocurriría para darle un empujón al PSOE y a su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior y vicepresidente del gobierno hasta pocos meses antes del comunicado.

Cuando escuché la noticia supuse que estábamos presenciando una noticia tan histórica como falsa, puesto que aquella misma tarde salieron el entonces presidente del gobierno saliente, José Luis Rodríguez Zapatero, el inminente vencedor de las elecciones, Mariano Rajoy, y el candidato socialista para anunciar que "La democracia había triunfado y el terrorismo había sido derrotado". Nada más lejos de la realidad. ETA triunfó aquella tarde mientras la democracia española cayó rendida ante la banda terrorista después de cuarenta años de masacres, asesinatos, secuestros, extorsiones, etc. No, ETA no había sido derrotada, sino todo lo contrario. Desde la llegada de Zapatero a la Moncloa en 2004 se creó y desarrolló una hoja de ruta que consistía en llevar a cabo el fin del terrorismo etarra con unas concesiones a cambio bastante apetitosas. De esta forma todos saldrían ganando: Desde los partidos políticos se anunciaría una derrota sin condiciones y desde el mundo etarra y abertzale se reconocería esa derrota para dar paso a una nueva etapa.

¿Y qué era esa nueva etapa? Lo que llevamos viendo desde 2011, e incluso antes (Desde la primera negociación de Zapatero con ETA en 2006), la legalización de la izquierda abertzale y los partidos proetarras, su entrada en las instituciones y organismos tanto locales y regionales vascos, como en el ámbito nacional, así como el acercamiento de presos y posterior salida de las cárceles de los terroristas encarcelados. En definitiva la humillación de la España constitucional frente al terrorismo vasco.

Una humillación que como se ha podido ver en las actas que se publicaron hace un par de años, así como las que se publicaron hace unos días en el periódico "El Mundo" confirman que todo el aparato del Estado estaba detrás de esta negociación, amparándola y apoyándola. No era solo una locura que se había desatado en el PSOE de Zapatero para poner fin al terror a cambio de lo que exigiesen los terroristas, sino una operación respaldada también por el PP de Rajoy para llegar al objetivo que finalmente se consiguió el 20 de octubre de 2011 y que se corroboró el 2 de mayo de 2018 con la disolución de ETA, poco antes de la salida del PP del gobierno.

De hecho la otra noche pude ver cómo desde TVE entrevistaban a los ex-presidentes del gobierno, Zapatero y Rajoy, los cuales reafirmaban una y otra vez que lo vivido el 20 de octubre de hace una década fue una derrota sin concesiones a los terroristas. Todo lo contrario de lo que llevamos viendo desde entonces. Desde el anuncio de ETA en octubre de 2011, al PP de Mariano Rajoy le tocó liderar la etapa que llevase hasta la disolución de la banda terrorista, hecho que como acabo de añadir ocurrió poco antes de la salida de Rajoy de la Moncloa. Para conseguir este segundo objetivo, el gobierno del PP siguió la hoja de ruta que en teoría planificó el PSOE de Zapatero y que los populares tanto criticaron en público durante aquellos años de negociación y bajada de pantalones de los socialistas frente a los asesinos.

Pues bien, la hoja de ruta siguió durante los siete años posteriores de gobierno de Rajoy sin cambiar ni una sola coma. De esta forma se conseguiría que en 2018 ETA se disolviese con el PP aún en el gobierno, mientras el comunicado del abandono de las armas se producía poco antes de la salida del PSOE de la Moncloa en 2011. Un triunfo sin paliativos del bipartidismo en el que las víctimas y los verdugos acabarían situándose en la misma balanza por mucho que se repitiese desde Madrid que solo había un bando ganador: El constitucional. Pero eso no es lo que ha venido ocurriendo desde entonces, ya que las víctimas del terrorismo han tenido que soportar toda clase de humillaciones y ver cómo se situaba junto a ellos en la misma posición de víctimas a los terroristas y a sus familiares. De hecho los homenajes a los asesinos ha sido algo cotidiano en el País Vasco durante todos estos años, para vergüenza de las víctimas del terrorismo y de todos los españoles, frente a la inacción de los políticos desde Madrid. Todo ello mientras los partidos proetarras con Bildu al frente ganaban posiciones y cargos públicos tanto en el territorio vasco como en el resto de España.

Un escenario que se ha venido recrudeciendo desde hace tres años con la vuelta del PSOE al gobierno de la mano de Pedro Sánchez. Un aprendiz y alumno aventajado de Zapatero, el cual se ha convertido en el tercer y puede que último presidente en culminar el proyecto iniciado tras los atentados del 11-M que dieron la victoria contra todo pronóstico al entonces líder del PSOE y con ello el inicio de la negociación con los etarras. Sánchez ha pisado el acelerador y está dispuesto a culminar el proyecto iniciado hace casi veinte años con el fin de mantener a salvo su puesto en la Moncloa a largo plazo. Por ello no sorprende, o al menos a mí no, que Sánchez haya negado en público que vaya a sacar de las cárceles a los doscientos etarras que están en prisión a cambio de que Bildu apoye los presupuestos generales del Estado y con ello la permanencia de Sánchez en la Moncloa.

Pero todos sabemos que Sánchez es cualquier cosa menos una persona de palabra, lo cual refuerza la idea que desde el País Vasco le ha lanzado el líder etarra, Arnaldo Otegi a Sánchez al advertirle que Bildu solo apoyará los presupuestos a cambio de la salida de los terroristas de prisión. De hecho ya hay convocada una manifestación por parte del entorno etarra para presionar al gobierno de Sánchez y conseguir la liberación de los asesinos. Una manifestación apoyada por el independentismo catalán, así como por Podemos y el resto de la izquierda.

De esta forma no es de extrañar que tras hacer el paripé de cara a la galería, Sánchez acepte lo que ya tenía pactado y acuerde con Bildu la liberación de los etarras encarcelados. Si no ¿De qué otra forma se interpretaría el hecho de que Sánchez haya cedido al gobierno vasco las competencias en materia penitenciaria? Todo está hablado y escrito, como así lo están las actas que demostraron que Zapatero en primer lugar y Rajoy posteriormente traicionaron a las víctimas y a España en su conjunto con la cesión a los asesinos y criminales. Ese es el verdadero legado de lo que ocurrió el 20 de octubre de 2011. Un legado que hemos pagado caro los españoles durante esta década y que aún nos queda por seguir pagando.