sábado, 1 de agosto de 2020

¿Hacia la III República?

En estas semanas se está viendo en la prensa española cómo la monarquía vuelve a estar en entredicho por las confesiones que Corinna, la ex-pareja del rey Juan Carlos I, realizase en 2016 al comisario Villarejo. En dichas confesiones se habla de la corrupción que rodeaba y rodea a la Casa Real española y al rey emérito Juan Carlos I. Nada de estas declaraciones nos traen nada nuevo, pero lo sorprendente de todo este asunto es la postura que está tomando el gobierno criminal de Pedro Sánchez ante uno de los ataques más serios que está recibiendo la monarquía. Se habla ya no solo de la figura de Juan Carlos y de su futuro jurídico y personal, sino también del papel que debe hacer frente el actual jefe del estado, Felipe VI. Estamos pues ante una situación que pone contra las cuerdas no ya al que fuera durante cuarenta años rey de España, sino también al propio rey actual, ya que en algunas informaciones aparecidas en los periódicos se habla de un intento de chantaje de Corinna hacia Felipe VI, y de cómo éste y sus hermanas aparecen como beneficiarios en las cuentas que el rey Juan Carlos tenía depositadas en el extranjero.

Estamos pues ante un ataque sin precedentes contra la monarquía en la que sin lugar a dudas el papel del vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias tiene un papel relevante al ser éste uno de los miembros que componen la comisión del CNI. Un pulso a la corona en la que Juan Carlos I es el peón pero que cuyo verdadero objetivo no es otro que Felipe VI, el cual no solo no ha anunciado hasta ahora ninguna medida contra la posición institucional que ocupa su padre, sino que calla ante cualquier noticia que los medios publican día sí y día también sobre las actuaciones realizadas por la institución monárquica.

Es de todos sabido también que esto no es más que una tapadera para que no se hable alto y claro del caso Dina, el cual perjudica y muy gravemente al líder de Podemos y actual vicepresidente del gobierno. Pero ya sabemos cómo funcionan las cosas en la política en España. Si quieres que no se hable de tu propia mierda, saca la del contrario. Y en ésas estamos. Ante un país que está viviendo una de las crisis sanitarias más graves de los últimos siglos, y que se encuentra en la antesala de una inminente crisis económica y social, la cual empeorará la crisis política que venimos padeciendo desde hace ya más de una década. La carta última que faltaba para destruir este castillo de naipes es la de la monarquía. Una carta en la que si ésta cae, cae con ella el resto de las cartas. Estamos pues ante una guerra de cloacas en la que están involucrados partidarios de la monarquía (Aquellos que quieren tapar los tejemanejes reales hablando sobre el caso Dina y de esta forma hacer caer a Iglesias), y partidarios de la república (Aquellos que pretenden tapar su mierda sacando a la luz los trapicheos de los Borbones para así acabar con el sistema político de 1978). Una guerra en la que está de por medio el sistema político que venimos viviendo desde hace cuarenta años y que puede suponer la caída de Felipe VI y con ello la llegada inminente de la III República española. Una república que por supuesto no es la que yo deseo, ya que si algo he venido reiterando desde hace siete años es que mi apuesta es la de un sistema republicano a la francesa, con separación de poderes, poderes ejecutivos en la jefatura del estado y un sistema centralizado. Pero por desgracia esta no será la república que pueda aparecer más pronto que tarde en España, sino el regreso de aquella que supuso el enfrentamiento de hermanos contra hermanos y cuyo destino se decidía desde Moscú. Esta y no otra es la realidad a la que nos enfrentamos en estos momentos. La supervivencia o no del sistema constitucional de 1978, que no es más que la prolongación de este corrompido Reino de Taifas capitaneado por la izquierda y con la permanencia en la Zarzuela de los Borbones, o la instauración de un sistema totalitario izquierdista en donde la jefatura del estado estará en manos de cualquiera, también de los podemitas.

De esta forma pues solo puede quedar uno... o quizás ni eso: O Felipe VI, o Pablo Iglesias, y ambos se encuentran en una tesitura política y personal bastante compleja de la que les resultará difícil salir. Personalmente soy de los que creen que la carrera política de Iglesias está acabada, pero que éste morirá matando, y si con ello puede llevarse por delante a la familia que según él representa el último componente del franquismo, lo hará. Por parte de Felipe VI poco tengo que decir, salvo que está tan involucrado en los asuntos turbios que amenazan a la monarquía como su propio padre. ¿O acaso hay alguien tan ignorante que piense que un hijo no sabe las corruptelas que realiza su padre? Los Pujol pueden respondernos a esta pregunta de forma clara. Y ya lo advirtió el ex presidente de la generalitat, Jordi Pujol, cuando dijo aquello de "Si se toca la rama de un árbol caerán todas". Seamos serios, por mucho que muchos miembros de la derecha intenten defender sin argumentos serios y coherentes la permanencia de los Borbones en la jefatura del estado, creo que va siendo hora de que en la derecha española se ponga punto y final a su empatía hacia la corona y comiencen a plantearse la forma de gobierno por la que apuesta los conservadores, liberales y democristianos desde un punto de vista republicano. La derecha española debe de dar el paso y cerrar de esta forma la amenaza que sobrevuela en España ante la posible llegada de una nueva república socialista y totalitaria que facilitará la descomposición territorial de nuestro país.

Por parte de Pedro Sánchez ya se sabe la antipatía mutua que se tienen tanto el rey Felipe VI como el actual presidente del gobierno, así como los desplantes que el propio Sánchez ha venido realizando tanto de forma pública como privada al monarca. Puede que esta guerra de cloacas acabe cuando Sánchez decida si le es más conveniente a él políticamente mantener a Felipe VI como rey de España, o mantener a Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno. La respuesta vuelve a estar en Moncloa. ¿Hacia qué lado girará Sánchez? Como acabo de añadir, al que le resulte más conveniente para prolongar su caída política, ya que estamos ante un psicópata que sabe que tras este huracán que se acerca no quedará de él ni su nombre en el palacio de la Moncloa. Por ello optará por la situación que mejor le convenga a él y solo a él. Como titularía Juan Francisco Fuentes en su libro "Con el rey y contra el rey", el PSOE, en este caso liderado por Pedro Sánchez se verá de nuevo en el dilema de enterrar definitivamente el paso de esta familia francesa que solo ha ocasionado problemas y desgracias a España desde su llegada en 1700 tras la Guerra de Sucesión, u optar por la permanencia de este sistema constitucional que se cae a pedazos por momentos y en el que ya no cabe recurrir al método de Cánovas del Castillo de ir "Apuntalando el edificio para que no se caiga".

De nuevo el PSOE puede verse en la tesitura de repetir su jugada en los Pactos de San Sebastián de 1930, que dieron como resultado la salida de Alfonso XIII en abril de 1931 tras las elecciones municipales. Una suerte que su bisnieto, Felipe VI puede padecer igualmente si el PSOE decide optar esta vez por otro pacto contra la monarquía algo más prudente pero igual de maquiavélico. La decisión del futuro de España y de esta guerra de cloacas depende de un psicópata que lidera un partido criminal y que se vanagloria de gestionar una crisis sanitaria que ha costado más de 40.000 muertos. Como se suele decir, que Dios nos asista.