Ayer finalmente se consumó el golpe de estado interno del PSOE contra Pedro Sánchez orquestado por Susana Díaz, la vieja guardia socialista con Felipe González a la cabeza, y el establishment nacional con los medios de comunicación como cómplices. Tras una dura y larguísima jornada de comité federal donde ocurrió de todo (Incluso se rumoreó un intento de agresión a Sánchez por parte de uno de los fieles a Susana Díaz), finalmente el ya ex secretario general del PSOE dimitió sobre las ocho de la tarde tras perder una votación en la que se optaba entre un congreso extraordinario urgente, o el nombramiento de una gestora. Sánchez, que había anunciado previamente su dimisión en caso de salir victoriosa la opción de la gestora, puso ayer por la tarde fin a sus dos años como líder del PSOE tras votar los delegados allí presentes la formación de una gestora que desde ayer es presidida por el presidente del Principado de Asturias y secretario general de los socialistas asturianos, Javier Fernández (Susanista y firme partidario de la abstención frente a Rajoy).
Lo de ayer no constituye solamente la caída definitiva (O no, ya que algunos hablan incluso de su regreso en unas futuras primarias) de Pedro Sánchez como secretario general, sino también constituye la defunción oficial del PSOE a nivel nacional. Un partido de gobierno no puede jamás dar un espectáculo como el que ayer se dio en la calle Ferraz de Madrid. La foto que apareció ayer públicamente en la que se observaba cómo los delegados discutían a grito pelado, demuestra la bajeza en la que ha caído definitivamente este partido. Del mismo modo que hoy se puede confirmar la guerra civil abierta que ha supuesto la división en dos de la formación socialista. Por un lado los "Sanchistas" y partidarios del no a Rajoy, y por otro lado los "Susanistas" y partidarios de la abstención al PP. Una división que va a ir a más conforme pasen los días y las semanas, y que supondrá a medio plazo la desaparición definitiva del PSOE y de cualquier alternativa socialdemócrata al gobierno de Rajoy por mucho que los críticos intenten lavar la imagen del partido con la complicidad de los medios de comunicación elsalzando a la futura líder que cerrará la persiana de Ferraz en poco tiempo, Susana Díaz. Hoy, el ex ministro de Zapatero, Jordi Sevilla anunciaba su salida del PSOE, y será la primera de muchas renuncias en el partido a partir de ahora. Renuncias que suponen la pérdida de afiliados, que por otro lado ya han anunciado desde el periódico "El Mundo" que de continuar así la sangría de pérdidas, no le quedara más remedio a los socialistas que queden en el partido de vender la sede de Ferraz.
Pero esta noche no voy a hablar de la crisis y futura desaparición del PSOE. Hoy quiero hablar sobre las consecuencias de lo gravemente ocurrido ayer en la sede socialista en lo que respecta a la gobernabilidad de España a partir de ahora. Si alguien resultó ayer vencedor absoluto de la explosión del PSOE ese es Mariano Rajoy Brey. El actual presidente del gobierno en funciones vio ayer cómo desaparecía de manera imparable cualquier posibilidad de alternativa a su gobierno y a su partido en futuras elecciones generales. El de Pontevedra es consciente de que ya no hay ningún obstáculo ni en lo referente a personas (En este caso, Pedro Sánchez) ni en lo partidista (La bomba que estalló ayer en el PSOE supone su inminente desaparición) que impida su continuidad al frente del gobierno de España. Rajoy es plenamente consciente también que la izquierda no va a volver al ejecutivo en muchos años (Yo me atrevería a decir que incluso hasta dentro de 20 años) por múltiples razones; la primera es la extinción del PSOE, que puede ser ya historia cuando se produzcan las siguientes elecciones en 2020. La segunda es Podemos; aunque la caída del PSOE beneficiará y mucho a los de Pablo Iglesias, no quiere esto decir que los "Podemitas" se conviertan en alternativa de gobierno, ya que muchas personas siguen desconfiando de éstos cuando se habla de su posible llegada a la Moncloa algún día. La tercera es Ciudadanos; otro partido que puede verse algo beneficiado de la caída del PSOE, ya que los votantes de izquierdas más moderados pasarán a votar a la formación de Albert Rivera. Aún así Rajoy puede dormir tranquilo, ya que los "Naranjitos" no alcanzarán jamás ser alternativa de gobierno, puesto que el motivo por el que fue creado por parte del establishment no era otro que el de convertir este partido en bisagra del bipartidismo en los gobiernos tanto a nivel local, regional, y nacional.
Después de lo ocurrido ayer se ha hablado y mucho de la posibilidad de que las terceras elecciones estén más lejanas. Lo curioso de todo es que, ironías de la vida, se está dejando entrever la posibilidad desde el propio PP que Rajoy rechace acudir a otra sesión de investidura propuesta por el rey, y que aceptará ir a unas nuevas elecciones para conseguir un resultado mucho mejor y de paso pegarle la estocada final al PSOE en beneficio de Podemos. Con esta decisión y con unos resultados electorales beneficiosos para el PP y para Podemos, que podrían llevarlos a ser la segunda fuerza política, Rajoy tendrá garantizada la gobernabilidad de España, ya que fomentará el voto del miedo en el supuesto de que la población acabe harta de las políticas que aplique el PP y decida votar a Podemos como alternativa para echar a los conservadores de la Moncloa. La alternativa pues, ha desaparecido en España. Antes de ayer, cuando escribí sobre la crisis del PSOE, dije que no sólo el PP tiene ya garantizado por muchos años el gobierno del país. También lo tiene Mariano Rajoy, el cuál no descarto en absoluto que en 2020, y ante un PSOE extinguido, un Podemos que no termina de despegar definitivamente por el miedo de la gente, y un Ciudadanos en retroceso aún con los nuevos votos que se añadan por parte de ex votantes socialistas, decida postularse por sexta vez a la presidencia del gobierno. Incluso, y ya lo dije el otro día, no es descartable tampoco la posibilidad de que Rajoy, que por entonces contará con sesenta y nueve años, decide presentarse por séptima vez a la Moncloa en 2024. El gallego ya no tiene nada que temer. Tiene el camino de la gobernabilidad sólo para él durante varios años. Ha eliminado poco a poco a todos sus enemigos políticos, tanto a nivel interno del PP como a nivel externo de otros partidos. Pedro Sánchez ha sido la última víctima de su interminable lista de cadáveres políticos, y no es para nada insospechado que pueda acabar dentro de poco con la carrera política del que ahora muchos en la prensa ven como su delfín, Alberto Nuñez Feijóo. Nuestro actual presidente ha conseguido con todo esto lo que ningún presidente (A excepción del intento de Zapatero con el "Pacto del Tinell") había conseguido antes: la eliminación de cualquier alternativa política y la ocupación de un partido en el poder durante varios años (E incluso puede que durante varios lustros). El pontevedrés ha jugado de una manera muy sucia con respecto a sus adversarios políticos y ha quedado a la altura de Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Los cuales Rajoy siempre los ha expuesto de mal ejemplo de gobernantes), que han dejado a Venezuela sin alternancia política en favor de su permanencia en el poder. Con esto no quiero decir que Rajoy sea un dictador ni muchísimo menos, pero sí que ha conseguido su continuidad en el poder sólo equiparable a como lo hace el presidente de una república bananera. Por todo ello, y a menos que la política que lleve a cabo el PP sea tan desastrosa y agresiva que la población salga a la calle a votar masivamente en unas elecciones generales a Podemos sin importarles las consecuencias de la llegada de éstos al poder, los populares tienen ente sí un largo camino de flores en el que la alternativa real de poder será nula como mínimo durante una década.
De momento nos esperan cuatro años más de Marianismo hasta el 2020 (Y que quede ahí la cosa). Cuando el gallego decida retirarse por su propia voluntad (Cuan monarca absolutista que desea abdicar del trono), entonces llegará el momento de la sucesión de manos de Soraya Saénz de Santamaría, de Alberto Nuñez Feijóo, o de cualquier otro político del PP que todavía no haya salido a la luz. Lo que es un hecho es que el cambio político en España va a tardar y mucho en llegar, si es que llega algún día. La operación de Moncloa en 2013 donde se ideó la división del voto de la izquierda en favor de Podemos, y con ello la supresión de cualquier forma de alternativa a un gobierno del PP ha dado sus frutos y ayer se pudo confirmar. Con una oposición dividida y una alternativa de gobierno que no se vislumbra por ningún horizonte, acabo con una pregunta cuya respuesta dejo en el aire. Para democracias así, ¿Quién envidia y/o necesita un sistema unipartidista? Porque yo personalmente no veo la diferencia por ningún lado.